Con una entusiasta ovación de pie fue acogido el estreno de Werther , de Massenet, en la noche del sábado en el Ziff Ballet Opera House del Arsht Center. Y es que esta nueva producción originada por la Florida Grand Opera (FGO) logró un final muy conmovedor que el público supo agradecer con entusiasmo.
Sin embargo, sin disminuir el trágico final y la digna calidad de la puesta, algunos aspectos dejaron mucho que desear. Para empezar, el comienzo resultó muy plano, toda la alegría y colorido que debe mostrarse al inicio para dar la imagen de felicidad y armonía a la que aspira el atribulado protagonista no fue suficientemente exaltada. Quizá la iluminación fue la mayor culpable de esta ausencia de contrastes, pues se mantuvo siempre en niveles hacia lo sombrío. Michael Baumgarten, en su debut con la FGO, debió ser más imaginativo. En cuanto a la escenografía, también de Baumgarten, se ha visto en esta ópera y en otras el uso de caligrafía sobre paneles y proyecciones. El árbol con cartas en lugar de hojas sobreabundaba en lo simbólico y a la vez restaba belleza a la imagen que habría de ver el público durante casi 3 horas. Prácticamente solo la escena con las parejas en silueta logra un efecto plástico de cierta belleza. Hasta la música era como si fuera presagiando desde el inicio el triste final. Faltó color, alegría y bravura en el primer acto.
Quizá todo se deba a la visión del director Lawrence Edelson (que debuta con la FGO) que quiso darle a la obra más tristeza que la que ya tiene. Es por eso que el tercer acto resultó más logrado. El dúo del reencuentro de Carlotta y Werther, encarnados por Dimitri Pittas, en su primera actuación con la FGO, y por la mezzo soprano argentina Daniela Mack, fue de impacto y muy aplaudido. Pitta alcanzó justamente aquí su único aplauso en solitario de la noche por su Pourquoi me reveiller. El tenor, aunque con una voz agradable y bien modulada, resultó poco emotivo en la parte actoral. Mucho más convincente fue Mack, especialmente en todo el tercer acto y en la escena final.
Aplauso especial para Evan Kardon, que como Sophie fue la que aportó el toque de alegría y vitalidad que debió imperar en el inicio de la ópera. Demasiado envarado y seco el Albert de Benjamin Dickerson, aunque justo en lo musical. Jake Gardner como Le Bailli; Dominick Corbacio, como Schmidt; Rafael Porto como Johann; Mariya Kaganskaya como Katchen y Sean Galligan como Bruhlmann, estuvieron muy cumplidos en sus papeles menores. Y lo mismo puede decirse del coro infantil, a cargo de Katherine Kozak, que tiene momentos muy especiales en esta obra.
Quizá parezca que soy demasiado exigente, pero es que se trata de una obra maestra sumamente difícil y la ópera no es solo cuestión de música. Es el espectáculo más complejo y costoso del mundo, estamos conscientes, por eso hay que prestar suma atención hasta a los detalles aparentemente insignificantes. También que no hay aquí grandes arias, ni sextetos o escenas tremendas como en la Grand Opera francesa o las joyas históricas del llamado bel canto. Se trata de un drama lírico donde la progresión dramática es tan importante como el desarrollo musical, y si algo falla, la obra se resiente. Un empezar brillante hubiera marcado una vitalidad para el resto de la noche, pero el inicio tan plano afectó todo el desarrollo. Quizá en otras funciones reparen eso. Todo contribuye a una tristeza y pobreza visual que cuando se llega al trágico desenlace ya la carga luctuosa es excesiva.
El vestuario de Howard Tsvi Kaplan muy adecuado, aunque dentro de una paleta demasiado sobria. Werther, según la novela, se vestía muy llamativo, no solo por el chaleco dorado que Kaplan conserva. La orquesta, a cargo de Joseph Mechavich, también de debut en la FGO, hizo un trabajo adecuado, donde se destacaron matices y detalles, pero faltó algo más de brío y el brillo posible y debido a esta obra maestra. Su mejor momento fue el tercer acto.
A pesar de lo señalado, reitero que el público la ovacionó de pie, pero los críticos, por defecto profesional, tenemos que ser exigentes. Si usted no ha visto esta ópera, no se la pierda. Tampoco es cosa de perderse un ‘Werther’ en vivo, en nuestra ciudad, porque tiene algunos “peros”.
Werther’, de Jules Massenet por la Florida Grand Opera, en el Ziff Ballet Opera House, hasta el 5 de mayo, y en el Broward Center for the Performing Arts, de Fort Lauderdale, los días 9 y 11 de mayo. Información y entradas: www.fgo.org, 1 800 741 1010