Jean François Borras triunfa en el rol titular de la ópera de Massenet que estos días sube al escenario de Les Arts bajo una minimalista puesta en escena de Jean-Louis Grinda y la magistral batuta del húngaro Henrik Nánási.
Si hay un teatro en España que sienta predilección por el compositor Jules Massenet además del Liceu de Barcelona ese es el coliseo del Turia donde hemos podido ver algunas de sus óperas en escena y en concierto desde que se inauguró, entre otras Thais, El Cid, y el Werther presente y que nos deja con las ganas de ver en un futuro próximo su Manon o otras menos representadas como Herodiade, Esclarmonde, Sapho o Cendrillon entre otras.
Werther es una ópera que como la alta cocina francesa no llama tanto la atención como el repertorio italiano más comercial sin querer por eso desvalorizar los méritos de dicho repertorio. Pero lo que sí que es verdad es que la sala no estaba tan llena como en otras ocasiones y es una lástima porque cualquier amante de la ópera debe conocer esta sutileza de mezcla de la melancolía germánica de Goethe pasada por el perfume embriagador francés de Massenet.
El regista Jean-Louis Grinda nos ofrece desde la introducción orquestal lo que será el eje de su propuesta escénica: el reflejo. Ese juego que provoca un gran espejo donde todos se miran y todos se ven en la realidad o la ficción, en el recuerdo amable o en la más dolorosa de las evocaciones y que provoca que dicho mueble se rompa y se desintegre en pedazos repartidos por todo el espacio escénico convocando al protagonista a narrar su historia imposible de amor de atrás hacia adelante. Y ello junto a un espacio casi vacío que se abre a esa naturaleza que canta Werther como fuerza primigenia o que tapándola se vuelva un espacio oscuro y claustrofóbico donde se nos narra la desesperación del triangulo amoroso.
La apuesta del director artístico, Livermore, por los cantantes del Centro Plácido Domingo en esta ópera es total ya que excepto los dos roles protagonistas el resto de los papeles están interpretados por cantantes de dicho centro de perfeccionamiento, y todos sin excepción con una calidad canora más que notable.
La primera a destacar fuera de los comprimarios es la soprano de Tolosa Helena Orcoyen, ex miembro de dicho Centro Plácido Domingo y finalista del último concurso Operalia, que ofreció una Sophie llena de gracia y rigor musical en cada una de sus intervenciones destacando en su aria “Du gai soleil, plein de flamme” con facilidad en la coloratura.
Una de las Charlottes de referencia en los últimos decenios ha sido la italiana Anna Caterina Antonacci que ya pudimos ver en otra producción de esta misma ópera que sirvió para inaugurar la temporada del Liceu de Barcelona y donde se pudo apreciar que sus mejores días pertenecen al pasado. Un excesivo descontrol del vibrato, un falseamiento de vocales en los agudos mostró que es un papel que domina pero en el que ya no brillas lo que debiera, aunque se ha de decir que me pareció más comedida en Valencia que en sus intervenciones en la ciudad condal consiguiendo momentos muy válidos sobre todo en sus solos del tercer acto, momento central de este personaje, con «Va! laisse couler mes larmes» o un dramático»Werther! Qui m’aurait dit /Ces lettres!», donde vimos la maestría de alguien que conoce a fondo cada nota y expresión de cada palabra del personaje
La intervención de los niños de los dos coros anunciados en el programa fue de gran calidad de empaste y afinación a pesar de lo ridículo de hacerles vestir de ángeles en algunas escenas del final de la obra.
El director musical Henrik Nánási, que debutaba en el Coliseo y creemos que en España, ofreció una lectura llena de equilibrio y pasión sabiendo hacer brillar a la orquesta de la casa tanto a nivel individual o de cámara como a nivel sinfónico ya desde la introducción dando colores diferentes para cada uno de los temas escritos o en los diferentes episodios únicamente orquestales que salpican el discurso de Massenet. Igualmente su gesto preciso ayudó a concertar y seguir a los cantantes sin por ello disminuir ni la fuerza ni el lirismo en ningún momento en una partitura que aunque parece simple está llena de detalles y solos que se han de dejar oír como los de saxo alto, una novedad en esta partitura estrenada en una primera audición en alemán en el Teatro Imperial Hofoper de Viena en 1892.
Si hay un papel que es temido y querido por la cuerda de tenor lírico es precisamente el de Werther, llamado por los entendidos el Tristán francés por su exigencia canora, dificultad actoral, así como por su extensión en la partitura y en la escena. Por lo que el cantante que se enfrenta a este rol tiene que ser alguien muy preparado a nivel físico, canoro, escénico y psicológico para poder mostrar todo lo que lleva este personaje. Y ese ha sido el mayor regalo de esta producción el debut en España del tenor Jean François Borras de una voz grande y con una gran paleta tímbrica y una extensión sin fisuras, desde graves poderosos sin forzar hasta agudos valientes y bien enfocados. Este tenor que se mueve en el círculo de los principales teatros del mundo (Nueva York, París, Londrés, Munich, Hamburgo, etc…) nos regaló un Werther creíble y entregado desde la primera escena. Su vehemencia, melancolía y dramatismo era fruto de una seguridad en el papel de alguien que lo tiene asumido hace años pero que lo conserva fresco en cada representación con una técnica impoluta que le llevó a hacer memorable sus solos más allá de archiconocido y esperado «Pourquoi me réveiller?» que hubiera sido digno de bisarse, o su primera aria, «O Nature, pleine de grâce» igualmente llena de lirismo y optimismo juvenil.
El público supo apreciar el buen trabajo de todos y cada uno de los que intervinieron en esta producción con prolongados aplausos que nuevamente contradicen el equivocado juicio que dio el director de la Opera Comique de París rechazando su estreno al calificarla de “triste tema sin interés”.
Felicitar de nuevo a la dirección artística del coliseo valenciano por esta tan buena acertada oportunidad de ofrecernos voces que están en su mejor momento como la del tenor Borras y que esperamos que sea un subrayado de la nueva temporada 17-18 que se acaba de presentar.
Robert Benito