… Y Carmen acabó en tragedia (griega)

Carmen en Oviedo.
Carmen en Oviedo. Foto: Iván Martínez – Ópera de Oviedo

La Ópera de Oviedo cierra temporada con la propuesta escénica de Carlos Wagner para la Carmen de Bizet basada en los trabajos de Goya, el surrealismo y la mitología clásica. Las voces de Varduhi Abrahamyan, Alejandro Roy, María José Moreno y David Menéndez conforman el cuarteto protagonista, bajo la dirección musical de Sergio Alapont.

Discutida propuesta escénica de Carlos Wagner por parte de un sector del público asistente al estreno, que en realidad guardaba una coherencia explicada por el propio autor en el programa de mano a la hora de introducir referencias a conocidos trabajos de Goya como el pelele o el capirote, al mundo del toro, y al surrealismo, desembocando en la tragedia griega con Carmen combatiendo y encontrando la muerte frente a un minotauro encarnado por el monosabio Don José.

A la hora de hablar de voz es la Carmen de Varduhi Abrahamyan la que destacó por su imponente presencia vocal, sus potentes graves y su energía, que empataba muy bien con la voz de Alejandro Roy en el papel de Don José, quien aportaba su conocido timbre poderoso y dramático en el agudo, tan del gusto del público ovetense, y una intensidad dramática que ganaba en la conjunción soprano-tenor.

Carmen en Oviedo. Foto: Iván Martínez – Ópera de Oviedo

María José Moreno como Micaëla fue el contrapunto necesario para la voz de Abrahamyan, con una cuidadísima línea de canto, un estupendo control del fiato y un timbre lleno de dulzura.

David Menéndez presentó un Escamillo muy controlado en la vocal, con una fluida emisión que destacó especialmente en el registro más grave y exigente del papel, combinado con un acertado trabajo escénico que no caía nunca en el fácil histrionismo en los movimientos del torero, que por otra parte se revelaron como concienzudamente trabajados para buscar la máxima naturalidad.

La producción contó con un elenco de voces secundarias que complementaban con gran calidad el trabajo plural en el escenario: José Manuel Díaz (Moralès), Sofía Esparza (Frasquita), Ana Gomà (Mercedès), Paolo Battaglia (Zúñiga), Javier Galán (Dancaïre) y Albert Casals (Remendado).

Cabe destacar el trabajo coreográfico de Ana García, en especial al comienzo del segundo acto, donde convierte la taberna de Lilas Pastia en un cuadro flamenco muy celebrado por la mayor parte del público, y que (incomprensiblemente) arrancó pateos en una parte del patio de butacas al grito de “¡No estamos en una zarzuela!”. El día que esa gente se entere de que, técnicamente, estaban viendo una zarzuela francesa… En fin, la sal de los estrenos en Oviedo.

En la parte coral, destacar una vez más la labor del coro infantil Divertimento dirigido por Cristina Langa, que al igual que ya hicieron en Tosca, demostraron una enorme calidad vocal y profesionalidad escénica, con numerosas intervenciones actorales que aportaban frescura y dinamismo al conjunto.

El coro de la Ópera de Oviedo dirigido por Elena Mitrevska, firma una notable actuación dónde destaca la solidez de los números conjuntos y las intervenciones del coro femenino.

La dirección musical de Sergio Alapont se reveló como funcional, si bien aportaba detalles interesantes a la hora de buscar la densidad del sonido para acentuar el dramatismo de la escena Exhibió puntuales problemas de concertación que llevaron a ciertos desajustes entre el foso y el escenario.

Alejandro González Villalibre