Yuja Wang en Buenos Aires

Yuja Wang en Buenos Aires
Yuja Wang en Buenos Aires. Foto: Liliana Morsia

Comenzaré esta crónica de una manera no tradicional: refiriéndome al momento musical y artístico en que la artista que hoy reseño y que brindó su primer concierto en Buenos Aires hace pocos días en el Teatro Colón para el Mozarteum Argentino, me llegó en lo expresivo y espiritual más hondamente: el 2º movimiento de la grandiosa Sonata Nº6 Op. 82 de Sergei Prokofiev. Tuve la posibilidad allí de “ver” a Yuja Wang, a sentir su proximidad con la obra y con su autor y, lo más importante para nosotros, a sentir esa conexión. Sin dudas, el bagaje pianístico de la artista china es formidable y su musicalidad muy destacable. Pero fue allí, en ese Allegretto de Prokofiev, en donde “la encontré”. Para quien esto escribe, ése fue el punto más alto del recital, en donde la proeza mecánica no logró interferir con la emoción. 

Otro alto momento musical de la noche fue, en mi opinión, el 3º movimiento de la Sonata anteriormente citada: el formidable “Tempo di valzer lentissimo” . Esa maravillosa obra, compuesta por Prokofiev en 1940 en un momento dramático (la URSS había entrado pocas semanas antes en la Segunda Guerra Mundial), tiene en su primer y cuarto movimiento una sensación de ominosidad en el sentido de misterio unido a peligro que es realmente muy compleja traducir en el piano. Sobre todo porque la endiablada dificultad técnica nos cambia muchas veces el foco en el centro de lo importante: la ferocidad y la incomodidad que necesita vivir el oyente al presenciar una interpretación de esta obra. Casi que nuestra incomodidad, nuestro nudo en la garganta, debe ser superior a nuestra admiración al pianista como técnico…

Es verdad que son pocos los pianistas que se animan al “vivo” en esta obra. La energía que demanda es realmente increíble y claramente nuestra pianista de hoy la tiene y sus medios técnicos están fuera de lo común. Creemos que cuando sume el dramatismo emocional descomunal de los movimientos extremos su versión será poco menos que insuperable.

Con esta obra Yuja Wang terminó el recital que había comenzado con una interesante versión (especialmente en la parte central) del famoso Preludio en sol menor Op. 23 Nº5 de Rachmaninov y de la aún más conocida Vocalise en un arreglo para piano solo de Zoltan Kocsis. La tercera obra de Rachmaninov anunciada en el programa fue cambiada sin previo aviso por una de las canciones sin palabras de Mendelssohn. Una de las más expresivas de las 48 Canciones sin palabras para piano solo que fue impecable y distantemente interpretada por Wang.

Yuja Wang en Buenos Aires. Foto: Liliana Morsia

Lo que siguió, para completar la primera parte, fue la maravillosa Sonata Nº3 en si menor de Fryderyk Chopin. Obra en cuatro movimientos también, requiere, entre tantas dificultades, de un diálogo emocional del intérprete con la obra que se perciba y que dé la impresión de que la obra lo está sorprendiendo en ese mismo instante de la representación. Sabemos que el pianista debe tener todo “bajo control”, pero a veces desearíamos que no se notara tanto… que un intérprete nos sorprenda (tal vez engañándonos) mostrándonos que esa versión que está tocando para nosotros es única y especial para él… Lo sé. Muy difícil de lograr en un mundo artístico que necesita de certezas absolutas…

La versión de Yuja Wang fue correcta. Pero no sorprendió. Tampoco tuvimos la sensación de que tuviera un feeling especial con la obra. 

Luego de la segunda parte del recital que ya reseñamos, nuestra artista de hoy fue sumamente generosa con los bises: 5 en total. Un despliegue mecánico que continuó siendo fabuloso.

Nos alejamos del Teatro Colón al finalizar el concierto con la certeza de haber escuchado a una artista seria y profesional, excepcionalmente dotada, y extrañando más momentos como aquel 2º movimiento de Prokofiev…

María Laura Del Pozzo