Una Carmen de pancarta
El público madrileño asistió ayer al estreno de una nueva versión de la zarzuela Carmen, a partir de la ópera homónima de Halévy y Meilhac, con música de Georges Bizet. Se trata de una versión de la directora de escena española Ana Zamora y la batuta taiwanesa de Yi-Chen Lin.
El teatro respiraba el interés por redescubrir una obra que no se ha repuesto en Madrid desde su estreno el 2 de noviembre de 1887. El resultado no dejó a nadie indiferente. Ana Zamora plantea un alegato en favor de la libertad femenina y contra la violencia de género, en una visión muy política de la obra. Así, aprovecha los entreactos para proyectar citas de Páladas de Alejandría, Emilia Pardo Bazán y Clara Campoamor, en griego y en español, remarcando el valor icónico de Carmen. El personaje aparece como una amante la libertad individual sobre todo y sobre todos; y, en lugar de muerta, termina endiosada y coronada de flores tras ser apuñalada. Sin embargo, el asunto de la violencia machista es, a mi juicio, tan sólo tangencial en la Carmen de Bizet. Ella no recibe maltrato explícito hasta el final de la obra, sino que más bien se sirve de los hombres, a los que maneja a placer sirviéndose de sus encantos. Ella acepta, es cierto, su final, y es quien detona siempre la acción. No es víctima, pues, sino agente de su muerte y de su mito. Asimilarla tácitamente a las víctimas inocentes de la violencia de género, que viven anuladas y subyugadas a su agresor, parece una licencia perversa y retorcida.
Otro aspecto importante de esta Carmen de Ana Zamora es el tiempo. Según avanza la obra, el ambiente cambia a través de los siglos hasta terminar en una época cercana a la Guerra Civil española. Este recurso, un tanto manido, deja clara la intención de presentar a la protagonista como el prototipo de defensora de la libertad de la mujer, frente a la incomprensión de una sociedad machista. En el cuarto acto se produce otro interesante efecto: el pueblo asiste a una corrida fuera de la plaza, mientras que en el centro del ruedo se produce el verdadero drama entre José y Carmen. Acierta aquí Zamora con este juego entre lo cóncavo y lo convexo, en una sugestiva metáfora social y de género. Lástima que estas ideas no se vean acompañadas por una dirección de actores eficaz. Lamentablemente, asistimos a momentos donde no ocurre nada en escena, o vemos con extrañeza cómo los gitanos de Sevilla bailan un chotis en compás de ¾. El baile de Carmen ante José es todo menos flamenco y sensual: apenas unos movimientos torpes poco creíbles en el personaje, que son un monumento a la gazmoñería.
Deborah Macías viste a los artistas con poca imaginación, limitándose a una uniformidad militar que no es tal (casi todos los personajes masculinos visten ropa castrense, pero con diferentes tonos de amarillo y ocre). Las mujeres no salen mejor paradas, obligadas a vestir zarrios imposibles que niegan cualquier atisbo de femineidad. Pienso que los calcetines blancos que lucen las gitanas-milicianas al final de la zarzuela no tienen perdón.
En el foso, la apuesta por la jovencísima directora taiwanesa Yi-Chen Lin fue lo más celebrado de la velada. Su batuta supo aunar a la Orquesta de la Comunidad de Madrid, que sonó espléndida, con un trabajo cuidado y detallista, pero con personalidad y gracia. Gracias a ellos el espectáculo mantiene vivos la emoción y el pulso dramático. El coro titular, dirigido por Antonio Fauró, respondió con solvencia, como es costumbre, aunque sus intervenciones perdían de interés a causa de la pobre dirección escénica.
Don José fue servido por el tenor José Ferrero, que ciertamente no cuajó su mejor interpretación. Con la voz en busca de acomodo, no llegó a sentirse seguro en el papel, y sus dificultades vocales se impusieron a su voz de bello timbre. Su Don José fue, por tanto, pobre e irregular, aunque agradó su visión íntima y sentimental del papel. En el aria de la flor, tuvo que terminar en falsettone para asegurar la afinación.
María José Montiel demostró que domina el papel de la gitana Carmen, que interpretó a placer con su voz amplia, mate y sensual. Aunque corta de transmisión y expresividad, tal vez coartada en exceso por la dirección escénica, fue muy aplaudida por el público de Madrid, como premio a su esfuerzo por hacer creíble un personaje que escénicamente lo tuvo todo en contra.
También aportaron quilates a la representación los comprimarios, sobretodo la celebrada Micaela de la soprano navarra Sabina Puértolas, que manejó con oficio una voz que no es la óptima para el papel, pero que desborda expresividad. Su aria del tercer acto Llegué presurosa, anhelante, inspirada y creíble, dejó claro que se encuentra en un momento vocal extraordinario. Un triunfo similar cosechó Rubén Amoretti con su Escamillo. Interpretando con buen gusto y aprovechando su porte, el burgalés deleitó al público con su control de la línea y el legato. En el solvente cuarteto Isabel Rodríguez García (Frasquita), Marifé Nogales (Mercedes), Javier Galán (El Donaire) y Mikeldi Atxalandabaso (El Remendao), salieron triunfantes ellas, aportando voltaje en el registro agudo a los ensembles.
El actor José Vicente Ramos debutó en el teatro de La Zarzuela en el papel del tabernero Curro Flores, demostrando gran técnica. Lástima que abusara de los aspavientos y crease, sin necesidad, un personaje estulto y exagerado.
Merece la pena acercarse al teatro de la calle Jovellanos para asistir a la recuperación de este título, que demuestra que la zarzuela ha podido recoger con éxito, a lo largo de su historia, iconos eternos como Carmen; y sumar, gracias a la universalidad del género, un nuevo y valioso significado a la polisemia artística del mito.
Dirección musical: Yi-Chen Lin
Dirección de escena: Ana Zamora
Escenografía: Richard Cenier
Vestuario: Deborah Macías
Iluminación: Pedro Yagüe, Miguel Ángel Camacho
Diseñador de vídeo: Álvaro Luna
Orquesta de la Comunidad de Madrid
Coro del Teatro de La Zarzuela. Director: Antonio Fauró
Pequeños Cantores de la JORCAM. Directora: Ana González
CARMEN María José Montiel
MICAELA Sabina Puértolas
DON JOSÉ José Ferrero
FRASQUITA Isabel Rodríguez García
MERCEDES Marifé Nogales
ESCAMILLO Rubén Amoretti
EL DONAIRE Javier Galán
EL REMENDADO Mikeldi Atxalandabaso
ZÚÑIGA Francisco Tójar
MORALES Gerardo Bullón
ANDRÉS Alberto Rios, Juan Ignacio Artiles
CURRO FLORES José Vicente Ramos
UN GUÍA Juan Pedro Schwartz
VENDEDORA DE NARANJAS Isabel González, Arantxa Urruzola
Carlos Javier López
@CarlosJavierLS