Antonio Pappano y la Orquesta de la Accademia Santa Cecilia con Beatrice Rana en Buenos Aires

Antonio Pappano y la Orquesta de la Accademia Santa Cecilia con Beatrice Rana en Buenos Aires. Foto: Liliana Morsia
Antonio Pappano y la Orquesta de la Accademia Santa Cecilia con Beatrice Rana en Buenos Aires. Foto: Liliana Morsia

La temporada 2016 del Mozarteum Argentino continuó con este concierto en el Teatro Colón de Buenos Aires en el que Antonio Pappano dirigió a la Orquesta de la Accademia Nazionale di Santa Cecilia de Roma acompañada por la pianista Beatrice Rana en un programa que incluyó Verdi y Chaikovsky como sus platos fuertes.

Saludado con una cerrada ovación por el público, Papano inició la velada con una estupenda versión de la Obertura de La Forza del Destino de Giuseppe Verdi en la que mostró mano maestra a la hora de poner de manifiesto detalles, matices y seguridad. La orquesta respondió con nervio y mantuvo la tensión dramática de la pieza en una lectura límpida, ágil e intensa de la bella página verdiana. Un repertorio, el operístico, en el que el Maestro hace gala de solvencia y conocimiento. No en vano es Director de la Royal Opera House Covent Garden de Londres desde hace quince años.

Verdi dio paso a Piotr Illich Chaikovsky y su Concierto para Piano y Orquesta N° 1 en Si bemol menor, Op.23, en el que Beatrice Rana dio cuenta de dominio técnico y seguridad en la ejecución. Un sonido limpio, un toque de fuerte impacto aunque una interpretación en la que se hubiera deseado una mayor calidez expresiva que diera mayor lugar a la expansión post romántica de un compositor que debe disfrutarse tanto con el oído como con el corazón.

Antonio Pappano y la Orquesta de la Accademia Santa Cecilia con Beatrice Rana en Buenos Aires. Foto: Liliana Morsia
Antonio Pappano y la Orquesta de la Accademia Santa Cecilia con Beatrice Rana en Buenos Aires. Foto: Liliana Morsia

Como bis, al finalizar esta primera parte del programa, la pianista brindó la Giga de la Partita N°1 de Johann Sebastian Bach. Un nuevo derroche de técnica.

La segunda parte de la velada nos reservó una versión de la Sinfonía N° 5 en Mi menor, Op. 64 de Chaikovsky de impactante factura, donde la concepción apuntó más al nervio que a la sensibilidad y que arrolló con su fuerza más que con la sutileza emotiva.

Aclaremos, amigo lector, que estamos dando cuenta de concepciones y no de errores. Esta última categoría estuvo ausente de la función.

La expectativa suscitada por la presencia en Buenos Aires de una Orquesta, un Director y una intérprete de primerísimos niveles fue saldada favorablemente y un público jubiloso saludó a los artistas con cálidas ovaciones tras las que se ofrecieron como bises Nimrod de las Variaciones Enigma de Edward Elgar – una interpretación verdaderamente en estado de gracia- y el final de la Obertura de Guillermo Tell de Gioacchino Rossini. Bello final para una noche bellísima.

Prof. Christian Lauria