Opera «Rigoletto». Teatro El Círculo. Rosario (Argentina)

«Rigoletto», el gran clásico de Giuseppe Verdi, subirá a escena hoy, a las 19, en el teatro El Círculo, en una nueva producción de la Asociación Cultural El Círculo en colaboración con la Opera de Rosario. La ópera con música de Verdi y libreto de Francesco María Piave —basado en la obra «El rey se divierte», de Víctor Hugo— volverá a presentarse el próximo jueves, a las 21, en función de abono, y el sábado 12 a la misma hora. El elenco está integrado por primeras figuras de la lírica como el barítono Ernesto Bauer, la soprano Laura Polverini, el tenor uruguayo Juan Carlos Valls, el bajo Lucas Debevec Mayer y la mezzosoprano Anabella Carnevali. El maestro Carlos Vieu estará al frente de la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario, mientras que la dirección escénica será de Pablo Maritano, la escenografía fue diseñada por Nicolás Boni y el vestuario es del Teatro Argentino de La Plata. Además participará el Coro de la Opera de Rosario, que dirige Horacio Castillo. Un total de cien personas intervienen en la puesta.

«Rigoletto» se estrenó el 11 de marzo de 1851 en el teatro La Fenice de Venecia. En este drama de pasión, lujuria, amor filial y venganza se luce la maestría del autor para trazar las los destinos de sus protagonistas: el atormentado bufón, el libertino duque de Mantua y la bella e inocente Gilda. Giuseppe Verdi —de quien este año se cumple el bicentenario de su nacimiento— tuvo muchos problemas con la censura austríaca, que consideró a esta obra inmoral y obscena, y lo obligó a eliminar varias escenas para no molestar a la corte.

En esta puesta el rol principal está en la voz del barítono Ernesto Bauer, que es el atribulado bufón Rigoletto. «Para cualquier barítono que le guste el repertorio verdiano es el rol de máximo. Requiere mucho esfuerzo y concentración, porque en los recitativos hay una carga emocional muy grande», comentó. La soprano Laura Polverini, por su parte, interpreta a Gilda, la hija de Rigoletto. Polverini sorprendió en 2011 en la ópera «Lucia di Lammermoor», en el Teatro Avenida, donde obtuvo excelentes críticas. «En Gilda Verdi presenta la parte humana de la ópera, es la única persona buena de la obra, tiene un amor incondicional al padre», dijo la soprano. «Vocalmente es todo un desafío porque es una tesitura muy aguda, y exige expresar muy variados sentimientos con la voz», agregó.

El tenor Juan Carlos Valls, de dilatada carrera internacional, se pone en la piel de uno de los roles más famosos de la historia del género, el duque de Mantua, que canta la inmortal «La donna è mobile». «Es un rol ingrato, no en lo vocal, dado que tiene fragmentos muy hermosos, pero es el malo de la película, y la gente no quiere a los malos. A mí me cuesta compenetrarme con este duque, por lo cual es muy valiosa la dirección para redondearlo», reconoció.

El elenco se completa con el bajo Lucas Debevec Mayer, que ha sido invitado recientemente para participar en una gira europea junto a la afamada soprano Anna Netrebko, y aquí interpreta al asesino a sueldo Sparafucile. La mezzosoprano rosarina Anabella Carnevali, quien ha realizado estudios con Monserrat Caballé, tiene a su cargo el rol de Maddalena, hermana y cómplice de Sparafucile.

La dirección escénica de esta producción está a cargo de Pablo Maritano, uno de los grandes directores de ópera de nuestro país, y un artista que ofrece relecturas muy inteligentes en sus puestas. «La ópera de Verdi presenta un enfrentamiento entre la fealdad interna del duque de Mantua con la fealdad externa del bufón Rigoletto. Ese es un punto moral de la obra», aseguró Maritano. «Yo disiento respecto que «Rigoletto» hable de la corrupción del poder. El dilema de este libreto es moral, en tanto y en cuanto el asunto clave es el deseo de Rigoletto de hacer justicia y el uso irresponsable que hace el duque del cuerpo ajeno y de la vida y los bienes de los otros», se explayó. El director agregó que «en la ubicación geográfica y temporal somos consecuentes con la idea original de Piave. Creo que en este momento somos más rupturistas si hacemos una puesta tradicional», afirmó.

La escenografía de esta puesta corre por cuenta de Nicolás Boni, quien en julio pasado montó «Tannhäuser», de Richard Wagner, en Bogotá, bajo la dirección de Gustavo Dudamel, toda una estrella en la actualidad. ««Rigoletto» es una ópera de gran sordidez argumental que demanda una atmósfera visual absolutamente ominosa», comentó. «El objetivo fue lograr un ambiente siniestro y corrompido, casi dantesco, enmarcado en dos arquitecturas colosales móviles. Abordar una ópera como «Rigoletto» siempre enriquece el trabajo de un escenógrafo, al mismo tiempo que nos permite reconocer el inmenso hombre de teatro que fue Giuseppe Verdi», concluyó.