Teatros de El Canal.
Dentro de la interesante y variada programación de Los Teatro de El Canal de Madrid esta vez le ha tocado turno a la ópera española. Mientras nuestro teatro nacional, el Real, se dedica ha producciones extrañas o estrenos sin interés alguno, El Canal se lanza a presentar esta ópera en su versión original y completa, después de un largo trabajo de investigación.
Sobre el texto de juan Valera, Albéniz compone un drama con final feliz de gran altura que hunde sus raíces en la España profunda. Calixto Bieto firma una producción, en colaboración con el teatro de La Plata (Argentina) donde se estrenó previamente, ambientada en la época de la represión franquista y dominada por los prejuicios y corrupciones de los estamentos religiosos católicos. Sin concesiones y dura, con impactantes escenas, tan propio de este director, que viene muy a cuento en esta historia.
Un decorado muy bello e inteligente formado por una serie de armarios de donde salen y se ocultan todas las miserias y esperanzas humanas. Una iluminación de Carlos Márquez y Miguel Angel Camacho inteligentísima y muy bella.
La protagonista fue la alemano-española Nicola Beller Carbone, quien, salvo tres intervenciones en Canarias, dos salomés y una Tosca era totalmente desconocida injustamente por los aficionados en la Península. Se trata de una gran soprano dramática con una voz muy dúctil y unos medios espléndidos con especial brillantez en la zona aguda. A eso le añade una capacidad actoral fuera de lo habitual de forma que su personaje es totalmente creíble y apabullante. Don Luis de Vargas fue Gustavo Peña, eficaz en su cometido dubitativo y con una voz clara y armónica. La mezzo valenciana Marina Rodríguez-Cusí encarno el rol de Antoñona de forma perfecta, como nos tiene acostumbrados, en una partitura difícil que constantemente está saltando del grave al agudo. Magnifico Federico Gallar como Don Pedro de Vargas, con una voz muy poderosa y gran expresividad. José Antonio López fue el vicario y Axier Sánchez el Conde de Genazahar, quien va haciendo una carrera inteligente y cantando bastante diferentes roles, cumplieron con solvencia.
Magnífica dirección de José Ramón Encinar, un gran director de orquesta que es capaz de llevar a buen puerto cuantas partituras se ponen en su atríl. La orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid y el Coro de niños Pequeños Cantores dieron de sí lo mejor exhibiendo una gran sentido dramático y sin decaer en momento alguno.
Grandes ovaciones por un público que llenaba plenamente la sala. Un importante éxito a tener en cuenta y un título que debería ser repuesto.
Francisco García-Rosado