Víkingur Ólafsson: paletas de color para Debussy y Rameau Por Germán García Tomás
Sugerente combinación la que presenta el pianista Víkingur Ólafsson (Reikiavik, 1984) en este álbum para Deutsche Grammophon donde combina piezas de Jean Philippe Rameau y Claude Debussy. Esa inquietud por la búsqueda constante de la variedad tímbrica es la característica principal de esta singular propuesta del solista islandés. El refinado mundo de la suite barroca francesa, encarnada en la figura de Rameau, con su distinción cadencial y su equilibrio formal, contrasta sobremanera con la libérrima expresividad de la música debussiana, dos lenguajes musicales que a la par que diferentes se enriquecen mutuamente en la alternancia que va diseñando Ólafsson a lo largo y ancho de este imaginativo recital.
Parece que el pianista siente mayor predilección por la música del autor de Las indias galantes, pues convoca una amplia selección de piezas para tecla del compositor barroco, con las Pièces de clavecin de 1724 como colección más abundante, junto a otras de las Nouvelles suites de pièces de clavecin, en las que hallamos algunas de las más populares y difundidas de Rameau: “La Poule”, que orquestó Respighi, “Les Sauvages” (de la ópera-ballet aludida) y “L’Égyptyenne”, que nos dan una idea de la identificación del islandés con el estilo y los códigos de la suite francesa en particular y del Barroco en general, como atestiguó su precedente y galardonado álbum consagrado a Bach. Ritmo, fraseo, articulación y saltos en la agógica son de una perfección asombrosa en las manos de Ólafsson, otorgando a cada una de estas breves piezas, la mayoría de ellas con el componente rítmico como vehículo, motor y empuje de la melodía, toda la frescura, el encanto y la animosidad que requieren, entre gigas, rigaudons, menuets o rondós. Lecturas de “Le Rappel des Oiseaux”, “Les tendres plaintes”, “Les Tourbillons”, “L’entretien des muses” o la serpenteante “Les Cyclopes”, por citar unos cuantos ejemplos, merecen estar entre las interpretaciones de referencia de este repertorio de la primera mitad del siglo XVIII.
El acercamiento de Ólafsson a Debussy es igual de fascinante y se convierte en una suerte de oasis de paz que contrasta con el despliegue virtuoso de las piezas originales para clave. Encontramos salpicados por aquí y por allá diversos preludios del músico impresionista, en lecturas ensoñadoras e intimistas, de gran exquisitez y detalle en el color, como “La Damoiselle élue” con que da inicio el disco, “Des pas sur la neige”, “La fille aux cheveux de lin” o la exquisita recreación acuática de “Ondine”, a la que se une la de “Jardins sous la pluie” de Estampes, de un sensacional despliegue tímbrico. Del Children’s Corner Ólafsson selecciona sólo dos piezas, “Serenade for the Doll” y “The Snow is dancing”. El propio pianista rinde tributo a Rameau con una revisitación de “Les Boréades” en The Arts and the Hours, y cierra este trabajo de contraposición de estilos con el sosegado Hommage que Debussy dedicó al barroco francés, notas sostenidas que cierran el círculo y rubrican así un ejercicio de experimentación que revela ampliamente el valor de la creatividad en el artista islandés.