The French harpsichord: el arte del clave francés del Barroco

The French harpsichord: el arte del clave francés del Barroco
The French harpsichord: el arte del clave francés del Barroco

El sello Orpheus presenta en el C.D. The French harpsichord al joven teclista Félix Ardanaz, un músico bien conocido por nuestros lectores, interpretando una selección de piezas de algunos de los principales compositores del clave francés del Barroco.

El buen hacer y la versatilidad de Ardanaz es bien conocida por nuestros lectores, pues en estas líneas hemos comentado sus excelentes trabajos discográficos Himno a la luz y Mephisto. En esta ocasión, este joven músico nos ofrece una serie de obras de los más destacados compositores del clave francés del Barroco, con una lista de autores que abarca a músicos como Louis y FranÇois Couperin, D´Anglebert, Marchand, de la Guerre, Rameau, Forqueray y Duphly.

El C.D. se inicia con Pavane en fa sostenido menor de Louis Couperin, una pieza cuya elegante solemnidad, riqueza ornamental y contraste contrapuntístico entre el bajo de la mano izquierda y la derecha, la constituyen como un elocuente ejemplo del clave francés del Barroco; la obra es magníficamente ejecutada por Ardanaz, que, con su gran capacidad técnica y musicalidad, obtiene un gran resultado de esta. El disco continúa con el Preludio de la Suite nº 3 en re menor de D´Anglebert, una pieza que, pese a la sensación relajante que crea en el oyente, exige mucho al intérprete, quien debe ejecutar una gran cantidad de adornos que le dan sentido a la obra. L´art de toucher le clavecin de FranÇois Couperin nos presenta un conjunto de ocho preludios en los que el músico francés combina fragmentos pausados y relajantes con otros alegres, casi frenéticos y llenos de fuerza, todos ellos de gran exigencia técnica debido a la constante presencia de trinos, mordentes y progresiones. Ardanaz diferencia perfectamente los distintos planos sonoros de las dos manos y ejecuta con eficacia la contrapuntística mezcla de melodías, en una versión expresiva y llena de musicalidad.

Esta selección del clave francés del Barroco continúa con la Chaconne en re menor de Marchand, una pieza llena de vida pese a no perder el aire solemne propio de esta danza. Los constantes adornos propios del Barroco, las rapidísimas escalas y el diálogo de ambas manos acompañan al tema principal que se repite a modo de estribillo, alternando con otras secciones contrastantes, exigiendo, de nuevo, el virtuosismo de un intérprete capaz de ejecutar con solvencia y expresividad esta hermosa pieza. El disco sobre el clave francés del Barroco presenta a continuación la Suite Nº 1 en re menor de la compositora Jaquet de la Guerre, que consta de cinco piezas (Prelude, Allemande, Courante, Sarabande y Gigue) en las que la autora, de nuevo con la densa ornamentación tan propia del Barroco, muestra los bruscos contrastes igualmente propios de esta época, con cambios drásticos en el tempo y en el aire de las piezas, cerrando el conjunto con la escritura fugada de la hermosa Gigue que da paso a la siguiente obra, La Dauphine de Jean Philippe Rameau, una pieza muy lucida por las rápidas escalas escritas en esta dinámica música llena de contrastes propios del estilo.

El clave francés del Barroco viene representado a continuación por una obra que originalmente no estaba escrita para este instrumento sino para viola de gamba, la Suite Nº 5 en do menor de Antoine Forqueray, arreglada para clave por su hijo Jean Baptiste Antoine. Este conjunto de siete piezas son otro elocuente ejemplo del Barroco musical ya que las de tempo relajado y solemne se mezclan con otras de tempo vivo en el típico contraste de estos momentos, constituyendo una obra muy interesante, muy hermosa, en la que nuevamente el intérprete se ve muy exigido, no sólo por la habilidad técnica que requiere, con fragmentos de gran virtuosismo, sino también por la eficacia en la musicalidad que, una vez más, Andaraz consigue, distinguiendo perfectamente las distintas líneas, siendo expresivo y sacándole un gran partido a esta música, llena de ornamentación y de una gran belleza.

El C.D. finaliza con una obra que supone cierto cambio en el estilo, La de Drummond de Jacques Duphly, una pieza que presenta una preciosa melodía, llena de lirismo, en la sección A, que requiere en el interprete la sensibilidad necesaria para transmitir al oyente todas estas sensaciones; la sección contrasta tonalmente con las otras secciones que se intercalan entre sus repeticiones. Esta bonita pieza cierra un C.D. en el que el virtuoso del teclado Félix Andaraz vuelve a convencer totalmente al abajo firmante, esta vez con el clave francés del Barroco como protagonista, en un disco en el que este joven músico demuestra su virtuosismo, su gran dominio técnico, esta vez del clave, y, lo más destacable, su buen conocimiento de las piezas interpretadas, luciendo su gran capacidad expresiva, su buen gusto, en definitiva, su capacidad para hacer música en este trabajo serio y eficaz que lo confirma como un músico muy a tener en cuenta.

Emilio Lacárcel Vílchez