Acierto de la producción hamburguesa de Lulú de Alban Berg

Prólogo de la producción hamburguesa de Lulú (foto: Monika Rittershaus).
Prólogo de la producción hamburguesa de Lulú (foto: Monika Rittershaus).

La propuesta dramática de Christoph Marthaler combinada con la dirección musical de Kent Nagano y con Barbara Hannigan como protagonista conforman una producción redonda. La propuesta, que conecta con el público, muestra el drama en un ambiente que va mutando desde lo circense al vodevil y al salón burgués con todos los personajes inmersos en una especie de rigidez obsesivo-compulsiva.

Especialmente deslumbrante está Barbara Hannigan en la producción, que muestra su timbre cristalino muy adecuado para este tipo de repertorio. Interpreta una Lulú absolutamente circense, una acróbata que puede con todos los movimientos que se requieran, desde saltos hasta verticales y cabriolas entre el cielo y el infierno sin que le afecte en su rendimiento vocal, ni siquiera le alteran la respiración. Tiene una gran energía que llena el escenario convirtiéndola en la femme fatale del drama que Berg escribió.

El resto del elenco es muy correcto, con una Anne Sofie von Otter también muy aplaudida, que interpreta a la condesa Geschwitz, una de las mujeres que también se enamora de la irresistible Lulú. Muchos de los personajes masculinos interpretan más de un rol, desarrollando así ese “reparto doble” que utilizó el compositor para demostrar la conexión esencial entre los maridos de Lulú y los clientes que recibe como prostituta al final de la historia. Berg mismo escribió a Schönberg en una carta: “[Los] hombres que visitan a Lulú en el ático (acto III) deben ser representados en la ópera por los mismos que son víctimas de Lulú en la primera mitad de la ópera, pero en orden inverso, claro”.

La dirección de Nagano va mucho más allá de los timbres que consigue sacar de la Filarmónica y de las melodías magistralmente enlazadas. Está permanentemente pendiente de los cantantes y para esta ocasión ha escogido para el final del III acto, inacabado por Berg, una versión de Jochen Neurath muy bien acogida por el público. La versión introduce teatro dentro del teatro incorporando a escena la magnífica violinista Veronika Eberle, caracterizada de años 50 y el pianista Bendix Dethleffsen. Después de la muerte de Lulú en el tercer acto a manos de Jack el Destripador aparece la orquesta con Eberle al violín otra vez para interpretar el famoso Concierto para violín de Berg, compuesto en 1935, a la vez que Lulú. Este concierto empezó siendo un encargo, pero cuando lo estaba componiendo murió Manon Gropius, hija de Alma Mahler y Walter Gropius, y se lo dedicó a ella. De aquí su nombre: “A la memoria de un ángel”. De hecho, el concierto está completo y la ópera no. Este final pues, fue una gran apuesta de Nagano que fue muy bien acogida en la première hamburguesa.

Violeta Kamp