Brahms: Sonatas para violín. Leonidas Kabakos (violín) Yuja Wang (piano). Decca, 2014.
Esencial recorrido por la sonata para violín brahmsiana
Dos jóvenes valores en alza de la interpretación concertística actual unen sus fuerzas para afrontar un reto nada baladí dentro del repertorio de la música de cámara: las tres sonatas para violín y piano de Johannes Brahms. El consolidado y virtuoso violinista griego Leonidas Kavakos y la aclamada, no menos virtuosa y ya más que prometedora pianista china Yuja Wang presentan para Decca su particular acercamiento a estas tres obras tan opuestas en carácter, forma y desarrollo temático, aunque revestidas del mismo espíritu personal e inequívoco del compositor hamburgués.
A través de la escucha de las tres sonatas, el oyente realizará un recorrido por la misma evolución compositiva de la sonata para violín a finales del siglo XIX, comenzando con la pastoral y en casi todo momento reposada Sonata nº 1 en Sol mayor op. 78 con la que el ya veterano compositor comenzó a introducirse en 1879 en este clave género camerístico, obra que entronca en cierta medida con su Segunda Sinfonía, y que, al igual que la segunda Sonata en La mayor Op. 100 (1886), posee aún la división tradicional en tres movimientos, aunque esta última (conocida como Sonata “Meistersinger”) se diferencia respecto a la primera en que la sección de desarrollo de los movimientos extremos se basa esencialmente en el mismo material temático.
El proceso evolutivo culmina con su tercera sonata y última, en Re menor, Op. 108, tan sólo tres años posterior a la segunda, su más desarrollada y quizá más bella composición en este género (el arrollador lirismo del breve Adagio lo atestigua), donde Brahms se decanta por una estructura en cuatro movimientos y una equiparación absoluta entre los roles de ambos instrumentos (carácter concertante). Con esta obra, en la que el brevísimo scherzo juega un papel de puente entre el hermoso movimiento lento y el agitado tiempo final con concesiones al virtuosismo, el hamburgués viene a completar el círculo que inició con una composición de juventud escrita en 1853 en colaboración con otros dos compositores, su gran amigo Robert Schumann y el olvidado Albert Dietrich. Esta obra, que por fortuna Kabakos y Wang han decidido incluir para abrir el disco, se trata de la “F.A.E Sonata” (siglas en alemán de la expresión “libre pero solo”), composición para violín y piano dedicada al violinista y amigo común Joseph Joachim, para la que Brahms compuso el Scherzo en do menor, catalogado sin número de Opus 2, una breve pieza donde la pujante fuerza rítmica y su genuino principio de la variación preconizan lo que llegará a realizar en sus composiciones futuras.
Aún violinista y pianista deparan una sorpresa en esta colaboración discográfica conjunta que viene a convertirse indudablemente en registro referencial dentro del catálogo de sonatas para violín de Brahms: la Wiegenlied (canción de cuna) Op. 49 nº 4 en arreglo instrumental de John Lenehan, preciada joya en la que la consabida melodía es recogida por ambos solistas mientras su compañero realiza el acompañamiento.
Germán García Tomás
@GermanGTomas