Crítica de Sarka de Janacek


 

Teatro Maestranza de Sevilla.5 Febrero 2013.

 

El teatro Maestranza abría el año con un interesante programa doble, formado por esta ópera de Leos Janacek y la  Cavallería Rusticana, de Pietro Mascagni. El interés radicaba, fundamentalmente, en la primera de las óperas, ya que constituía su estreno en España.

 

Janacek es uno de los grandes compositores del siglo XX, cuya obra goza de una magnífica salud hoy en día, ya que es, junto a Benjamín Britten, el gran descubrimiento en esta parte del mundo en la segunda mitad del siglo XX. A pesar de su popularidad hoy en día, el éxito no le llegó a Janacek hasta haber cumplido los 50 años y esto ocurrió con el estreno de Jenufa en 1904. Su primera ópera es, sin embargo, precisamente Sarka, compuesta en 1887 sobre un libreto de Julius Zeyer, quien lo había ofrecido, sin éxito, a Dvorak. Janacek compuso la ópera sin contar con el permiso de Zeyer, convencido de que no habría problema para que éste lo aceptara, pero se equivocó y el libretista se negó a conceder la autorización pertinente, por lo que la ópera Sarka quedó archivada y olvidada hasta que en 1917 – ya había muerto Séller, y Janacek era famoso – el compositor la encontró en un arcón y decidió darla a conocer, encargando la pendiente orquestación del último acto a sus más aventajados alumnos. La ópera se estrenó finalmente en Brno en 1925, celebrando el 70 cumpleaños de Janacek, que moriría dos años más tarde. La ópera fue muy bien recibida, pero pronto cayó en el olvido, habiendo sido muy escasas las ocasiones en que se ha representado posteriormente.

 

La ópera se desarrolla en un ambiente mitológico checo, muy atractivo para el nacionalista Janacek, y trata del enfrentamiento entre las mujeres y los hombres de la tribu a la muerte de la reina Libuse. Los cabecillas de los dos bandos son Sarka y el héroe Ctirad. Con un ingenioso ardid Sarka consigue que su enemigo la libere de un roble, donde ella está atada,  para así poder darle muerte. En el encuentro ambos se enamoran, lo que no impide que Sarka cumpla su promesa de dar muerte a Ctirad. En el último acto se asiste a la pira funeraria de Ctirad, apareciendo Sarka para morir junto a su amado. La música es atractiva, rica en orquestación, aunque faltan las páginas inspiradas de otras óperas de Jancek. No es una obra maestra, pero se ve con agrado, aunque el libreto sea por demás inverosímil.

 

Sevilla nos ha ofrecido la producción de Ermano Olmi procedente del Teatro de la Fenice de Venecia, donde se estrenó en el año 2009. La producción escénica es simple, con escenografía de Arnaldo Pomodoro, que ofrece un escenario en dos niveles, cerrado por muros laterales. En el nivel inferior está la tumba de Libuse, mientras que en la superior hay unas gradas, donde se desarrolla la acción, con protagonismo de un gran roble en el centro. En el último acto la pira funeraria ocupa la parte inferior. El vestuario de Maurizio Millenotti no ofrece mayor interés y cumple bien Juan Manuel Guerra en la iluminación. La dirección escénica la ha llevado adelante en Sevilla Barbara Pessina. Producción simple, que cumple con su cometido de narrar la historia.

 

En la dirección musical estuvo anunciado originalmente Stefano Ranzani, pero canceló, sin quese sepan bien los motivos, siendo sustituido por el español Santiago  Serrate, cuya labor ha sido buena, dirigiendo con mimo y controlando bien foso y escena. Buena la prestación de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, cumpliendo bien el Coro de la A.A. del Teatro de la Maestranza.

 

La protagonista que da título a la ópera fue la soprano alemana Christina Carvin, que tuvo una convincente actuación vocal y escénica. Tengo la impresión de que el personaje requiere una voz más dramática que la suya, lo que no impide reconocer su buena actuación.

 

El tenor austriaco Roman Sadnik fue el intérprete de Ctirad y quedó algunos peldaños por debajo de su colega. No tiene mayor interés vocal. El barítono americano Mark S.Doss estuvo bien en la parte de Premysl, el viudo de la reina Libuse. El tenor José Manuel Montero dio vida a Lumir, con una voz no muy atractiva, pero estupendamente emitida.

 

El Teatro de la Maestranza ofrecía una entrada inferior a lo habitual, seguramente entre el 80 y el 85 % de su aforo. El público ofreció una cálida acogida a los artistas, siendo los mayores aplausos para la protagonista.

 

La ópera comenzó con 6 minutos de retraso y tuvo una duración total de 1 hora y 9 minutos, con una breve parada de 2 minutos entre los actos II y III. Los aplausos finales se prolongaron durante 3 minutos, no saliendo a saludar el maestro.

 

El precio de la localidad más cara era de 105 euros. En los pisos intermedios los precios oscilaban entre 90 y 65 euros. La entrada más barata costaba 43 euros.

 

Fotografías: Cortesía del Teatro de la Maestranza

 

 

 

José M. Irurzun