Critica de Silent Night. Puts. Wexford

Opera House de Wexford. 27 Octubre 2014.

Al escribir ayer sobre el Festival de Wexford, hacía referencia al hecho de que las tres óperas que cada año se ofrecen se procura que queden encuadradas en tres categorías: una ópera cómica, otra para lucimiento de cantantes y una tercera para hacer pensar al espectador. No cabe duda de que la ópera que ahora no ocupa, Silent Night, corresponde a esta última categoría, ya que es un alegato contra las barbaridades de la guerra en cualquier momento de la historia y, particularmente, en la Primera Guerra Mundial, de cuyo inicio se cumplen ahora 100 años.

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Escena

Kevin Puts es un compositor americano, nacido en 1972, que ha escrito bastante música sinfónica, siendo ésta su primera ópera, con la que obtuvo el Premio Pulitzer. La ópera se estrenó en Minneápolis en el año 2011 y ha tenido varias reposiciones en Estados Unidos, siendo ésta la primera vez que se representa en Europa. La ópera ha sido muy bien recibida desde su estreno hasta el punto de que ésta es ya la tercera producción escénica que se hace del título. El éxito de Silent Night ha hecho que Kevin Puts tenga ya otros dos encargos a estrenar en 2015 y 2017, en Minneapolis y Filadelfia, respectivamente. Las óperas en cuestión son The Manchurian Candidate y Elizabeth Cree. Como en Silent Night, los libretos correrán a cargo de Mark Cambell y la dirección musical estará en manos de Michael Christie.

La ópera toma su tema central del famoso suceso de la Navidad de 1914 en el frente francés, cuando en algunas partes de las trincheras confraternizaron los dos bandos. Basado en ese hecho central de la ópera, Kevin Puts nos presenta una serie de personajes que se ven obligados a luchar en la guerra. En el prólogo se nos presenta a los protagonistas, dos cantantes de ópera alemanes, dos hermanos escoceses y un teniente francés. El libreto es muy interesante, entrando en los problemas de los personajes y sus sufrimientos inútiles en las trincheras, así como en la reacción del mando de cada uno de los ejércitos ante la tregua oficiosa que se planteó de forma espontánea. La música de Kevin Puts es magnífica, muy inspirada y de una gran delicadeza, además de ser muy amigable al oído. Es una ópera que irá entrando cada vez más en el repertorio y merecidamente. También en el siglo XXI hay óperas de calidad. En mi podio particular situaría a Written on Skin, A Harlot’s Progress y, sobre todo, Silent Night.

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Escena

Wexford ha encargado una nueva producción al director de escena israelí Tomer Zvulun, cuyo trabajo resulta muy bueno. Narra muy bien la trama desde la presentación de los personajes en el prólogo. Las trincheras son ofrecidas en un escenario vertical en tres alturas, que transmite perfectamente la dificultad de vivir en ese reducido espacio. En el piso superior se sitúan lo escoceses, en el intermedio los franceses, mientras que los alemanes ocupan el escenario propiamente dicho. La escenografía es muy adecuada y lleva la firma de Erhard Rom, mientras que el vestuario recrea los uniformes de la guerra y se debe a Vyta Tzykun. Hay una buena labor de iluminación por parte de DM Wood. La dirección de escena es muy buena, muy cuidada en todos los detalles, demostrando Zvulun un gran conocimiento de la ópera. La emoción está muy presenta a lo largo de la ópera y la producción escénica la plasma perfectamente.

Al frente de la dirección musical estaba el americano Michael Christie, que fue quien dirigiera el estreno de la ópera en Minneápolis y también en su presentación en Filadelfia. Michael Christie demostró un gran dominio de la partitura y ofreció una lectura delicada y emocionante. Para mí fue lo mejor de la representación. La Orquesta del Festival de Opera de Wexford sonó mucho mejor que el día anterior. El Coro del Festival hizo una gran labor en términos escénicos, convirtiéndose cada coralista en un

El numeroso reparto ofrece dos solistas principales por cada uno de los ejércitos en liza y una serie de personajes secundarios. En todos los casos las actuaciones escénicas fueron irreprochables, lo que pone en evidencia el trabajo de ensayos y la buena labor de Tomer Zvulun. Vocalmente, no hubo individualidades dignas de ser destacadas.

Por parte de los alemanes los protagonistas eran los cantantes de ópera, que acabarán desertando y pidiendo asilo en las trincheras francesas. Eran el tenor Chad Johnson en el personaje de Nikolaus Sprink, que lo hizo bien, y la soprano irlandesa Sinead Mulhern como la cantante Anna Sorensen, bien en el centro y destemplada en la parte superior. Buena la actuación del barítono Philip Horst como Teniente Horstmayer.

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Los 3 tenientes pactan la tregua

En los franceses el peso de la interpretación corría a cargo del barítono Matthew Worth, mejor escénica que vocalmente, como Teniente Audebert. Buena impresión la dejada por el barítono holandés Quirijn De Lang en el simpático personaje de Ponchel. El General, padre del teniente Audebert, fue un adecuado Scott Wilde.

Finalmente, entre los escoceses hay que destacar el buen hacer de Gavan Ring como Teniente Gordon y la buena actuación de Quentin Hayes como Padre Palmer.

La Opera House estaba completamente llena y la emoción estuvo siempre presente en la sala, cuyos silencios eran impresionantes. El público dedicó una muy cálida acogida a los artistas.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 36 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas exactas. Los intensos aplausos fueron cortados por la bajada del telón a los 5 minutos.

El precio de la localidad más cara era de 145 euros, costando la más barata 25 euros.

José M. Irurzun