Crítica: «Don Carlos» da inicio a la temporada operística en Ginebra

Crítica: «Don Carlos» Ginebra Por Federico Figueroa

El Grand Théâtre de Ginebra abre su temporada con Don Carlos, la versión original en cinco actos, escrita por Giuseppe Verdi para la Ópera de París en 1867, con libreto de Joseph Méry y Camille du Locle basados en el Dom Karlos, Infant von Spanien de Friedrich Schiller. Se trata de una obra en el estilo grand opéra, que se ha paseado por el mundo en su versión italiana. Pero es en su versión original, en francés, donde la sapiencia del maestro de Busseto se hace patente, como en ese primer acto que tiene lugar en el bosque de Fontainebleau, en el que consigue una elegancia rítmica a la par de delicadas sonoridades que entroncan perfectamente en la italianità del compositor. Crítica: «Don Carlos» Ginebra

Stéphane Degout, Eve-Maud y Charles Castronovo / Foto: © Magali Dougados
Stéphane Degout, Eve-Maud y Charles Castronovo / Foto: © Magali Dougados

La dirección de esta nueva producción fue confiada a Lydia Steier, que presenta un espectáculo tan gris como la escenografía y vídeos de Momme Hinrichs creada principalmente de un gigantesco cubo, con una pared que tiene un pasillo detrás, y con dos lados diáfanos y una más de paneles abatibles. Un gran lámpara que desciende en algunas escenas y unos practicables que sirve de bancos o altares. Parece que estamos en algún edificio del esplendor soviético. El vestuario (Ursula Kudrna) y el atrezzo nos lo confirman. El cubo gira y va creando los diversos espacios que requiere la trama. El bosque de Fontainebleau se resuelve perfectamente con imágenes proyectadas en una pantalla de fondo e inscrita entre las columnas y la escalinata. Aunque se vea el esplendor de esta corte dictatorial en estilo estalinista, ya sea en el claustro de Yuste o en la habitación privada de Felipe II, queda claro que todos los que allí habitan están en una enorme cárcel. En los primeros giros de la gran escenografía las bonitas imágenes desde diferentes ángulos, con una iluminación (Felice Ross) ajustada a cada escena, entran con gusto por los ojos. Sin embargo, cuando gira y gira y vuelve a girar el proceso pierde interés, quedando como un recurso sobreexplotado.

Una escena de "Don Carlos" en Ginebra / Foto: © Magali Dougados
Una escena de «Don Carlos» en Ginebra / Foto: © Magali Dougados

Steier subrayó que se inspiró en las películas La vida de los otros (Das Leben der Anderen, 2006) y La muerte de Stalin (The Death of Stalin, 2017) y creo que da en la diana en la comparación del miedo con el que se podría vivir entre las intrigas de la corte del monarca más poderoso del mundo y aquella de las cloacas de una dictadura. En esta puesta en escena vemos monjes en la pared contigua, escuchado con auriculares al marqués de Posa y al Infante Carlos. Otras ideas originales de Steier es mostrar a la reina Isabel de Valois embarazada y más adelante al rey Felipe II con un bebé en brazos (Isabel Clara Eugenia). A veces era confuso el momento en el que estábamos, pues la ornamentación y el vestuario, entre Rey Sol y dictador de república bananera, nos transportaba a un universo kitsch que no emulsionaba del todo bien con la música de Verdi. Crítica: «Don Carlos» Ginebra

Una escena de "Don Carlos" en Ginebra / Foto: © Magali Dougados
Una escena de «Don Carlos» en Ginebra / Foto: © Magali Dougados

Marc Minkowski continúa explorando la grand ópera, en este teatro ha dirigido Les Huguenots (1836) y La Juive (1835), que él ve como un gran soufflé. Pero las obras de Meyerbeer y Halévy fueron creadas tres décadas antes que la de Verdi y el italiano necesita más solidez en la sonoridad. En su haber, los tempi rápidos y la búsqueda de colores expresivos que la Orchestra de la Suisse Romande mostró diligentemente y el Coro del Grand Théâtre una flexibilidad bien trabajada.

El tenor Charles Castronovo como Don Carlos, canta con elegancia y hermosos matices, consigue ser homogéneo en todo su registro, sin problemas en la zona aguda. La estadounidense Rachel Willis Sørensen compuso una Elisabeth doliente. Su voz, de agradable timbre, corre bien del registro central hacia arriba. En la zona grave pierde consistencia, aunque en esta producción y siendo ella casi la imagen de una «dolorosa» podríamos darlo por parte del espectáculo. La mezzosoprano suiza Eve-Maud Hubeaux fue una agradable sorpresa para mi. Su Éboli tuvo la pasión y el toque de «locura» necesario. Arrancó una gran ovación tras incendiaria interpretación de «Ô don fatal et détesté». Dmitry Ulyanov fue un Felipe II consistente vocalmente aunque no logró transmitir al completo la complejidad del personaje. Gran voz la del bajo Liang Li como Gran Inquisidor. Más que volumen es la manera en que maneja su homogéneo instrumento. Esta habilidad también la mostró el barítono Stéphane Degout construyendo un Posa de gran nobleza. La calidad vocal del barítono francés maravilla. En los papeles secundarios, todos bien cumplimentados, llamó mi atención la presencia de la Voz del Cielo (Giulia Bolcato) atravesando el escenario como una madre con su hijo hambriento.

Una escena de "Don Carlos" en Ginebra / Foto: © Magali Dougados
Una escena de «Don Carlos» en Ginebra / Foto: © Magali Dougados

Un espectáculo bien recibido por un público variopinto, en cuanto a edades, que aplaudieron con entusiasmo a todos los artistas que comparecieron en el escenario. Este Don Carlos refuerza mi idea, basada en comentarios de otros colegas, de la subida constante en la calidad de los espectáculos del GTV.


24 de septiembre de 2023, Ginebra (Grand Théâtre)  Don Carlos  Ópera en cinco actos, con música de G. Verdi y libreto de G. De Laclos

Director musical : Marc Minkowski. Director de escena: Lydia Steier

Elenco: Charles Castronovo, Rachel Willis-Sorensen, Dmitry Ulyanov, Eve-Maud Hubeaux, Stéphane Degout, Liang Li, Ena Pongrac, Giulia Bolcato, William Meinert, Julien Henric, Raphaël Hardmeyer, Benjamin Molonfalean, Joé Bertili, Edwin Kaye, Marc Mazuir, Timothée Varon

Orchestre de la Suisse Romande.  Chœur du Grand-Théâtre de Genève.

OW