La eterna crisis de la ópera

Un libro analiza el género como un espectáculo cuyo coste nunca ha sido cubierto por la taquilla desde sus inicios en 1607.  El autor expone el debate entre la democratización y el elitismo del género.

Begoña Jorques. Valencia.

El imaginario colectivo hace, en muchas ocasiones, de la ópera un género no apto para todos los públicos. Desde sus comienzos, se le atribuyen connotaciones de profundas resonancias de grandeza, riqueza o elitismo. Con el paso del tiempo, por el contrario, algunos expertos defienden la democratización del género, tanto por las obras que se representan de carácter más «comercial» como por el precio de las entradas.

Estas son algunas de las hipótesis que plantea el experto en el género Daniel Snowman en su extensa obra -612 páginas y un cedé- La ópera. Una historia social. El libro no es un compendio al uso de la historia del género operístico, sino que más bien pretende arrojar luz sobre las relaciones entre poetas, compositores, cantantes, directores, empresarios, gerentes, políticos, representantes y, por supuesto, público. Cómo responde la oferta ante la demanda y viceversa. Es una guía para explorar el «vasto contexto en el que la ópera fue creada, financiada, producida, recibida y percibida».
Snowman hace hincapié en que su obra pretende revelar la historia de altibajos a los largo de los más de 400 años de historia de la ópera -la primera ópera en ser representada fue L’Orfeo, de Claudio Monteverdi, en 1607-. «La ópera rara vez ha conseguido autofinanciarse y si existe algo que se repita tanto como el tema de un rondó, es la cuestión de quién paga todo eso», se pregunta el autor de la obra. «La historia de la ópera es en parte, la de una sucesión de duques y monarcas, de empresarios asumiendo riesgos, de asociaciones munificientes de banqueros e industriales, de subvenciones de los gobiernos centrales o locales y, últimamente, de ingenios o ardides varios más o menos exentos de impuestos para sacar dinero a patrocinadores y donaciones privadas», incide Snowman.

Es, por su naturaleza de aunar todas las demás artes, de intentar conciliar el mayor número posible de elementos capaces de contribuir a su producción, «la más costosa», asegura. Hoy los recortes penden sobre la cabeza del género. El ejemplo más cercano, el Palau de Les Arts Reina Sofía de Valencia, ha visto recortado su número de títulos tanto de temporada como los programados en la última edición del Festival del Mediterrani, clausurado hace algunas semanas. 
Asimismo, Snowman destaca el aspecto social del género y de su evolución en paralelo a otros cambios históricos: desde el cambio de manos del dinero y el poder de la iglesia o aristocracia o altas instancias militares hasta parar en una emergente burguesía o espectro social más amplio. «Esa transformación es evidente en todo, desde la configuración física del teatro en ópera en sí mismo hasta la forma en la que el público asistente va vestido y se comporta en la ópera, además de otros elementos como la política de precios, el estilo de los carteles y programas y los refrigerios y bebidas que se ofrecen e n el teatro», explica.

A raíz de estos aspectos, Snowman recuerda en su obra que algunos entendían que la ópera se encuentra «en peligro de convertirse en eventos excesivamente democratizados, adaptados a un consumo masivo, espectáculos explotados y vulgarizados por gente interesada exclusivamente en hacer dinero con tales representaciones», sostiene. «Otros, en cambio, perciben que la ópera se estaba convirtiendo en un museo de arte que tan solo atraía a un grupo social adinerado que acudía alegremente a ver, una y otra vez, viejas obras maestras en lugar de escribirlas, producirlas o asistir a obras de nueva creación». «La controversia pública sobre el supuesto elitismo o la popularidad de la ópera ha sido objeto de duros debates político», continúa Snowman.
No obstante, Snowman resalta que «a pesar de padecer una agonía más prolongada que la de GildaTristán, la ópera está resueltamente dispuesta a rechazar su propia muerte».

 

Begoña Jorques.
La eterna crisis de la ópera