Magnífico trabajo del director franco-canadiense que consigue que esta magnífica ópera de Mozart parezca tan cercana a su lenguaje que podrían llamarse Las bodas de Fígaro de Yannick Nézet-Séguin.
Continuando con la serie de grabaciones que el sello discográfico Deutsche Grammophon está realizando sobre la obra de Mozart, aparece en el mercado esta nueva versión de Las Bodas de Fígaro. Igual que El rapto en el Serrallo, Così fan tutte y Don Giovanni, publicadas con anterioridad por este sello, la dirección de esta ópera corre a cargo de Yannick Nézet-Séguin.
Las bodas de Fígaro es la primera de las tres óperas compuestas por Mozart en colaboración con Da Ponte. En este caso, la obra literaria original que inspira el libreto operístico es la comedia escrita por Beaumarchais La Folle Journée (1778), tras adaptarla y reducirla a cuatro actos, pudiendo así superar la censura. En ella, Beaumarchais continúa la historia iniciada en su El barbero de Sevilla, que servirá en su día como base para que compositores como Rossini y previamente Paisiello compusieran las óperas homónimas. El dramaturgo francés concluirá la trilogía con La madre culpable que también tendrá su correspondiente creación operística.
En Las bodas de Fígaro se narra, con un gran trasfondo social en su argumento, las circunstancias que acontecen entorno a las figuras de Figaro y Susanna y los Condes de Almaviva, aderezadas por la presencia de personajes como Cherubino o Bartolo, que convierten la ópera en una comedia de enredo de alto nivel.
En Las bodas de Fígaro de Yannick Nézet-Séguin, el rol de Figaro queda representado en la voz de Luca Pisaroni. Su lectura del papel es clara, llena de intención, con una emisión muy limpia y matizada en cada una de sus frases. Tal vez sea una voz más cercana al concepto tradicional del Conde de Almaviva, que en este caso interpreta Thomas Hampson. Sus intervenciones son un catálogo fiel del quehacer de Hampson en su trayectoria operística, con esa particular dicción del idioma italiano y un fraseo un tanto artificioso. No defraudará a quien guste de estas maneras. Sus partenaires femeninas son la Susanna de Chrisitiane Karg y la Contessa de Sonya Yoncheva. La implicación de ambas es más conseguida en esta grabación que la de los protagonistas masculinos. El timbre de Karg es de gran belleza y su adecuación al estilo mozartiano es incuestionable. Existe en su caso una compenetración con la orquesta en cuanto a dinámicas y tempi que puede decirse que compone una interpretación más que honrosa. El caso de Yoncheva es similar. Su voz ha ido ganando lirismo en estos años y canta de forma impecable este rol con momentos de grandísima calidad. Su interpretación de “Dove sono i bei momenti” es magistral, conducida con gran sutilidad, si bien el registro agudo, siempre resuelto con evidente solvencia, será más redondo con el paso de los años. Sus fiatos son largos y manejados con notable efectividad. Angela Brower es un Cherubino con buen desempeño de los pasajes en legato (mejor en “Voi che sapete” que en “Non so più cosa son, cosa Facio”), cantando siempre con mucho gusto en cada intervención. Cabe destacar la presencia en Las bodas de Fígaro de Yannick Zénet-Séguin de otros grandes nombres como el de Anne Sophie von Otter (Marcellina), el de Rolando Villazón quien, a pesar de alguna dificultad en el agudo, muestra que su vocalidad se adapta bastante bien a la que requiere el personaje de Basilio y el de Regula Mühlemann, que canta una deliciosa “L’ho perduta, me meschina” al inicio del último acto.
El Vocalensemble Rastatt y la Chamber Orchestra of Europe acompañan de manera excelente al reparto vocal solista, dirigidos siempre con gran acierto por Yannick Nézét-Seguin. Su lectura de la partitura es en todo momento vivaz, elegante, muy limpia, precisa en las dinámicas, con gran empleo en los pasajes contrapuntísticos y capaz de destacar líneas melódicas en un diálogo con las voces, cuando la ocasión lo permite. Una dirección de altísimo nivel.
Mª del Coral Morales-Villar