Interesantísimo monográfico dedicado a Claude Debussy el que brinda el pianista Ángel Cabrera en este álbum para PlayClassics, donde demuestra claramente ser un perfecto traductor de la depurada poesía sonora del músico francés.
Secundado por la excelente calidad de sonido de la grabación asociada a este sello, Ángel Cabrera convoca algunas de las piezas más sugestivas de Debussy -compositor más asociado al simbolismo que al estricto impresionismo-, como lo es ya de entrada Rêverie, un encanto de ensoñación en las manos del joven pianista, que nos pone sobre aviso de lo que va a ser la nota dominante de todas sus interpretaciones: un pianismo delicado y contenido, con una pulsación casi acariciada, nunca enfática ni urgente, que dota de sutilezas evanescentes que exigen cada una de las piezas. Basta detenerse en cómo recrea el “Clair de lune” de la Suite Bergamasque, pieza suavemente ralentizada (como lo hiciera el insigne Claudio Arrau) con un pedal infinito, o la primera de las Deux arabesques, para darnos cuenta del cuidado que presta Cabrera al matiz y al destello tímbrico, llegando a detener el tiempo si es necesario.
Una manera de entender perfectamente a Debussy que no hace más que potenciarse en esa inmersión en el gamelán de Java que nos presenta “Pagodes”, la primera y sugestiva pieza de la colección Estampes, traducida con gran equilibrio interno y unas intensidades crecientes que no pierden nunca el punto de apoyo de esa admirable espiral de sonido, que el pianista extrae hermoso y exquisito. “Soirée dans Grenade” posee en el teclado de Cabrera ese embriagador oscilar de la habanera, en todo momento contenida y seductora. Y las pinceladas de color siempre brillantes afloran en una enervada pero no inquieta pieza conclusiva de la serie, “Jardins sous la pluie”. El recital debussyano se cierra con La plus que lente y L’isle joyeuse, sendos ejercicios de elocuencia pianística conseguidos por el ejecutante tanto en agógica como en dinámicas, con el añadido para la segunda de unas deliciosas y siempre cristalinas piruetas virtuosísticas que culminan en un rotundo acorde. Este es Ángel Cabrera, un pianista a quien hay que seguir muy cerca tocando este repertorio. A buen seguro que nos seguirá sorprendiendo gratamente.
Germán García Tomás