La tercera jornada de la SMR de Cuenca subió de temperatura con la electrizante música Beethoven. Primero la conferencia del Dr. Francisco López Gómez, centrada en la música religiosa del compositor alemán, sirvió de antesala a su inconmensurable Missa Solemnis, op 123 que la Orquesta Metropolitana de Lisboa y el Coro de RTVE interpretaron más tarde. La lectura del director musical, Pedro Amaral, fue de trazo grueso, un tanto superficial. Mostró oficio y intentó empastar a la orquesta, al coro y a los cuatro solistas vocales. En la competencia sonora que la orquesta y el coro parecía habían entablado, la soprano Miren Urbieta-Vega logró extraer interesantes matices al texto. La mezzosoprano Lorena Valero coloreó con efectividad sus pentagramas. El tenor Mati Turi (sustituto del inicialmente programado Fabián Lara) mostró un buen dominio de los reguladores y una inteligencia musical de viejo lobo. El joven bajo-barítono André Henriques tuvo el desempeño más discreto del cuarteto. El coro, por su parte, debería conocer la frontera entre energía y estridencia, pues a ratos parecía que solo había llegado con la intención de lucir su superioridad. Su director (Juan Pablo de Juan) o en su defecto, el director musical deberían haberlo metido en cintura. El público, llenando la sala casi al completo, aplaudió largamente y con una efusividad que no conocía en Cuenca.
Federico Figueroa