Cuando una figura del altísimo nivel y cuarenta años de carrera en la máxima élite afronta un nuevo papel, creo que es lógico que, pese al excelente grupo de cantantes que le acompañan, adquiera un protagonismo muy especial, hasta el punto de poder hablar de esa nueva producción con su nombre, de ahí que nos refiramos a esta versión de la ópera Nabucco de Giuseppe Verdi como el Nabucco de Plácido Domingo.
Evidentemente, la producción de la Royal Opera House, editada por Sony classical, tiene muchos puntos de interés aparte de la interpretación de Nabucco de Plácido Domingo, para empezar, disfrutar de la magistral música que Verdi compuso para su tercera ópera y su primer éxito de enorme repercusión. La gran fuerza de esta música, el lirismo y riqueza melódica que posee y la gran habilidad de Verdi para unir música y teatro están muy logradas en el Nabucco de Plácido Domingo, dirigido por la buena batuta de Nicola Luisotti, quien lleva, desde mi punto de vista, muy eficazmente a la Orquesta de la Royal Opera House y al grupo de cantantes, obteniendo un resultado óptimo de la música que escribiera Verdi para esta historia bíblica. El Coro de la Royal Opera, dirigido por Renato Baldasonna, está a un muy alto nivel en los muchos y famosos pasajes en los que interviene encarnando a los pueblos judíos y babilónicos. Junto al buen papel de los personajes secundarios, hay que destacar el buen hacer de los personajes principales en el Nabucco de Plácido Domingo: muy buena la actuación de de Andrea Carè, con una hermosa voz lírica y musicalidad encarnando a Ismaele; del mismo modo podemos hablar de la actuación de Marianna Pizzolato en el papel de Fenena, con una bonita voz y buen gusto al cantar. Uno de los grandes papeles en el Nabucco de Plácido Domingo es el del bajo Vitalij Kowaljow interpretando al sacerdote y líder del pueblo de Israel, Zaccaria. Luciendo su bella voz, este bajo, muy solvente en los agudos y muy convincente a nivel teatral, segurísimo durante toda la actuación, es uno de los puntos más destacados de la representación. Y si hemos denominado esta versión como el Nabucco de Plácido Domingo, perfectamente la podíamos haber llamado el Nabucco de Liudmyla Monastyrska que, en el papel de Abigaille, demuestra su enorme categoría como cantante. La soprano realiza una auténtica exhibición al cantar, perfecta en la afinación, excelente en los matices, extraordinaria en lo musical en todo momento además de hacer gala de una gran capacidad en lo teatral. Por último, hay que hacer mención de la actuación como Nabucco de Plácido Domingo; la excelente voz, la gran musicalidad y el saber estar en el escenario del cantante español no es ningún descubrimiento. Una vez más, Domingo vuelve a exhibir todas esas virtudes encarnando en esta ocasión al rey de Babilonia, siendo su papel de tal interés que se puede llamar a esta versión el Nabucco de Plácido Domingo. La musicalidad y el buen gusto con el que afronta el papel, el buen hacer en lo teatral, hace que valoremos muy positivamente la actuación del español, dándole fuerza y vigor al personaje en los primeros actos y lirismo y sutileza en los actos finales. Es cierto que el Nabucco de Plácido Domingo es diferente y, si bien se puede echar de menos en algunos momentos la voz de un barítono puro, el nivel musical y teatral con el que Domingo interpreta el papel es muy alto.
Por último, haciendo una breve referencia a la puesta en escena de Daniele Abbado, hay que decir que está bien trabajada, no escatima en medios pero, a mi modo de entender, el hecho de caracterizar a los personajes como gente del siglo XX, con clara inspiración en los judíos de la Segunda Guerra Mundial, le quita majestuosidad a una historia que se contextualiza varios siglos antes de Cristo. El único problema real que le encuentro a esta excelente versión de la ópera de Verdi es que no trae subtítulos en español, perjudicando su comercialización por no traducir el texto a uno de los idiomas más hablados del mundo. Pese a todo, no dejo de recomendar el Nabucco de Plácido Domingo a los aficionados a la ópera y especialmente a Verdi, por su gran nivel musical y sus muchos aspectos de interés.
Emilio Lacárcel Vílchez