GREASE en Madrid Por Cristina Marinero
Teatro Nuevo Alcalá de Madrid. 30 de septiembre. El nuevo montaje del musical que triunfa desde hace más de cuarenta años –la película se estrenó en España en septiembre de 1978- está protagonizado por jóvenes que tienen la misma edad de los personajes. Celebramos desde aquí esta doble apuesta, por seguir nutriendo a los artistas y por atraer al público adolescente al teatro y al género musical. GREASE en Madrid
Som Produce ha sido muy inteligente en su planteamiento para el nuevo montaje de Grease. Edición Especial 50 Aniversario, estrenado en Chicago, en 1971. Si la productora ya había invertido tiempo y maestros en educar a los niños y niñas que han protagonizado Billy Elliot para su estreno en Madrid en 2017, es un acierto seguir contando con la mayoría de ellos ahora que ya han cumplido los dieciocho, o similar, y tienen toda la experiencia de tantos años sobre el escenario. Todos llevan más de dos años trabajando en el aula para llegar a este estreno absolutamente preparados.
Dirigido por David Serrano (quien está rodando la película musical con canciones de los Hombres G que produce Apache Films), responsable de la escuela de Som Produce junto al coreógrafo que también realizó Billy Elliot, Toni Espinosa (se nota su apego al jazz clásico, cosa de agradecer), Grease es un verdadero deleite porque tiene un basamento muy apegado al movimiento. Se palpa que los actores-bailarines-cantantes tienen muchas horas de clases de danza en su cuerpo, no solo porque ejecutan con precisión y talento cada número coreográfico, sino porque en las partes no danzadas siguen manteniendo ese swing corporal que solo da el estar entrenado en el arte del movimiento.
Con dirección musical de Joan Miquel Pérez, la traducción y adaptación de las canciones es también del director David Serrano, junto a su hermano Alejandro, y tiene más protagonismo y presencia el personaje de Vince Fontaine (interpretado por un seductor Víctor Massan), el presentador radiofónico y televisivo que también lidera el baile de graduación y es quien se presenta en sueños a Franky, ya con el pelo rosa, cuando ha dejado el instituto para ser peluquera.
Con ligeras variantes, como la muy acertada traslación del tema que Rizzo canta para burlarse de Sandy, Look at me, I’m Sandra Dee, de la fiesta de pijamas de chicas a la hamburguesería, con los chicos siendo los que se ponen las pelucas rubias, este Grease sigue siendo Grease, como lo conocemos y por lo que la película sigue teniendo grandes audiencias cada vez que vuelve a emitirse. Estrenado en la escena diez años después de que el grandioso West Side Story se llevara a la gran pantalla (y que este año volverá a ella en la versión de Steven Spielberg), Grease es, como aquel, un Romeo y Julieta ambientado en los coloridos 50’s americanos pero, a diferencia suya y de la historia de Shakespeare, su final es feliz. GREASE
en Madrid
Estupenda Lucía Peman, como Sandy, una gran actriz-bailarina-cantante con una madurez escénica de gran altura. También su pareja en la ficción, Quique Fernández, quien encarna a un Danny Zukko con dosis chulescas a la par que un poco atolondrado. Isabel Pera interpreta a Rizzo, la dura mujer fatal del grupo, con un peso específico muy de agradecer pues es el contrapunto esencial para impulsar la inocencia de Sandy. Su chico en este Grease es Jan Buxaderas, un Kenickie muy cool y, como todos los chicos, con la vis cómica potenciada, rodeados por un decorado minimalista y que funciona en su sencillez y luminosidad, firmado por Ricardo Sánchez Cuerda.
Completan el reparto de protagonistas Sònia Vallverdú, como Frenchy, Pau Gimeno, en el papel de Roger; Elisa Hipólito es Marty, Lucas Miramón, Doody, Paula Domínguez, Jan, Samuel Gómez, Sonny y Rocío Serrato, Patty. A destacar también a la inmensa bailarina que es Nerea González, parte del elenco y quien encarna a la sensual Cha-cha en el baile del instituto, así como a ese bailarín del grupo, Arturo Fajardo, educado principalmente en Danza Española en el Real Conservatorio Profesional de Danza Mariemma (los estudios profesionales de esta disciplina incluyen ballet clásico en un alto porcentaje), cuya energía y calidad de movimiento al interpretar las coreografías hace que no dejemos de mirarle cuando está en escena.
