Palau de les Arts Reina Sofía – 10/11/2013
Siempre reconforta que recuperar la famosa y exitosa producción de LA TRAVIATA del año 2005 en Salzburgo (con Anna Netrebko, Rolando Villazón y Thomas Hampson en los papeles principales), y ahora en el Palau de Les Arts (en boca de otro reparto de cantantes muy jóvenes), pueda seguir agitándonos la fibra emocional, cosa que no ocurre siempre al programar tan emblemático título.Antes de acomodar al público en la sala, el drama ya ha comenzado… A telón alzado, en el escenario, la esfera de un gran reloj, y un enigmático personaje, aparecen juntos e inmóviles. Ambos simbolizan la tasada cuenta atrás del final de Violetta Valery, algo que ocurrirá de forma inexorable y que Verdi resume magistralmente en la música del famosísimo preludio.
Los elementos en escena están minimizados al máximo. Aquélla aparece casi siempre diáfana con puntuales apariciones y escamoteos de mobiliario – tres sofás- ágilmente realizados por el conjunto de figurantes y coro. Una única puerta para las entradas y salidas; y en la parte de arriba, en el filo de la pared semicircular, un espacio habilitado para que el enigmático personaje –que simboliza la acechante figura de la muerte- y el coro, se asomen para interactuar con los protagonistas.
En la primera escena, durante la fiesta, tiene lugar el famosísimo brindis que propone Alfredo y al que todos se unen. Esta pieza suele ser la primera toma de temperatura vocal de los protagonistas. Tanto la soprano, Sonya Yoncheva, como el tenor, Ivan Magri, son voces jóvenes, frescas, de apreciable volumen, de emisión limpia, franca y dotadas de una gran expresividad. Aunque la acústica de esta sala no siempre es agradecida, el montaje del panel posterior semicircular en el fondo del escenario actúa como reflector y así las voces pueden traspasar la orquesta con facilidad.
Lució con delicado fraseo Yoncheva en su “É Strano” y ágilmente pausada en el “Sempre libera”, eso sí, con la ya acostumbrada eliminación del MI bemol sobreagudo. Lo contrario hizo Magri en su “O mio rimorso”, incluyendo la repetición que está escrita en la versión original del compositor, y coronándola con un meritorio y bien cubierto sobreagudo como epílogo a su franca y arrojada, aunque poco matizada, “Lunge da lei… De’ miei bollenti spiriti”.
Reveladora fue la presencia escénica y vocal del magnífico y joven barítono que encarnó a Giorgio Germont, Simone Piazzola (reciente segundo premio Operalia), que planteó un “Di Provenza” mucho más cantado que dicho, lo cuál es muy de agradecer, ya que últimamente se nos ha acostumbrado a la sobreactuación textual de esta aria en detrimento del canto y, por tanto, de la preeminencia de la colocación y emisión típicamente verdianas.
Aun trasplantada escénicamente a nuestro días, La Traviata es una ópera en la que se ven perfectamente reflejados los comportamientos de los roles masculinos y femeninos del París de la época, así como la hipocresía de las distintas y jerarquizadas castas sociales burguesas. Verdi opta por vestir, con excelsa belleza canora, la manera que tiene Violetta de solicitar y expresar su amor (“Amami, Alfredo”) o de implorar que no la maltraten (“Alfredo, Alfredo, di questo core non puoi comprendere tutto l’amore”). Es en estos momentos, y más tarde, derrotada, en su “Addio del passato”, donde la soprano debe demostrar sus grandes dotes interpretativas y desplegar todo su abanico vocal, sentimientos que, en verdad, consigue transmitir Yoncheva. El concertante subsiguiente, donde se engarza todo ello, con todos en escena, en una preciosa amalgama de perfecta rítmica, y balance entre la orquesta, el coro y los solistas. Se echó en falta una mayor presencia en volumen de voz del tenor, como contrapunto y contrapeso a una Violetta expresando perfectamente fuera de sí su situación extrema.
La dirección de Zubin Mehta, perfecto conocedor de todos los resortes musicales de la obra, estuvo muy pendiente de ayudar a los cantantes. Gracias al maestro, la Orquestra de la Generalitat Valenciana suena con gran profusión de dinámicas, personalidad propia y nunca perturba el canto, sino que lo potencia. Esto, aun cuando el maestro Mehta ha tenido que enfrentarse a sustituciones inesperadas en el estreno -recordemos que Magri fue sustituido por un desmayo- o a no conocer con exactitud con qué cantantes cuenta en cada representación hasta pocas horas antes de levantarse el telón. Por ello, es hasta lógico que, al final de la obra, durante el dúo “Parigi, o cara”, hubiera algún momento de despiste que hiciera que los solistas se descuadraran respecto de lo señalado por la mano del maestro.
Igualmente destacables son las intervenciones del Doctor Grenvil (Luigi Roni, bajo), de semblante hieráticamente inolvidable -y que también estuvo en las representaciones salzburguesas-, que pasa de deambulante figurante a doctor de Violetta sin por ello abandonar su enigmática apariencia de muerte. En el rol del barón Douphol luce dramática presencia Javier Franco, barítono de sobrados medios vocales para este papel y Mario Cerdá, tenor, delinea con gusto un refinado Gastón.
Merecidísima nota aparte merece el resaltar la gran calidad del Cor de la Generalitat Valenciana en sus facetas técnico-vocales y de sincronización escénica en los consabidos brindis, coro de gitanas (“Noi siamo zingarelle”) y coro de matadores ( “Di Madride noi siamo mattadori”), ya que en muchos momentos el coro ha de cantar en movimiento.
En suma, una noche de disfrute de todo el público, fuera entendido o no, premiando el trabajo de los artistas con largas e intensas salvas de aplausos, bravos y sonido de flashes fotográficos. Una Traviata así no se merece menos.
Dirección musical Zubin Mehta
Dirección de escena
Escenografía
Vestuario
Iluminación
Coreografía
Cor de la Generalitat Valenciana Orquestra de la Comunitat Valenciana 19, 24, 29 octubre 2013 Sala Principal
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Violetta Valéry Jessica Nuccio (19, 24, 29 octubre; 2 noviembre) Sonya Yoncheva (7, 10, 13 noviembre)
Alfredo Germont
Giorgio Germont
Flora Bervoix
Gastone
Annina
Barón Douphol
Marqués D’Obigny
Doctor Grenvil
Giuseppe
Criado de Flora
Mensajero
Un caballero
* Centre de Perfeccionament Plácido Domingo |
Óscar del Saz