Rotundo éxito de El Terrible Pérez en el Festival Lírico de Oviedo, con una cuidad dirección escénica de Paco Mir y musical de Nacho de Paz, encargado además de la recuperación de la partitura.
Enfrentarse a la crítica de una obra casi olvidada siempre implica buscar referentes conocidos, elementos cercanos que sirvan de asidero sobre los que pivotar un comentario más o menos acertado. Sin embargo para hablar de El Terrible Pérez sólo es necesario nombrar sus mimbres para descubrir a una producción de gran altura. Comenzando por la dirección de Nacho de Paz, que se enfrenta a una partitura (de la que él mismo ha realizado una exhaustiva edición crítica) con la misma energía y rigor con la que dirige Kreuzspiel de Stockhausen. Buscando siempre el rigor rítmico (marca de la casa), los tangos, couplets, habaneras, polkas y gavotas se suceden sin que De Paz deje de buscar un elemento característico a cada número, sin abandonarse al estándar más puro de unas composiciones que, no olvidemos, se encuentran muy cercanas a la revista, y que sin embargo se enriquecen con la búsqueda de dinámicas y colores orquestales muy poco explorados en estas interpretaciones, perfectamente secundado por una Oviedo Filarmonía flexible y versátil.
Mano a mano con la lectura de la partitura de De Paz se encuentra la que realiza del texto Paco Mir, un nombre que cada vez se prodiga más dentro del teatro lírico y cuya vis cómica demostrada sobradamente durante décadas en El Tricicle funciona como un reloj sobre el escenario. Mir es un artesano del gag, tanto del léxico como del más físico. Slapstick y equívoco se dan la mano con enorme fluidez, consiguiendo una hora y media de carcajadas entre el público. Incluso en el segundo acto se abandona sin complejos a la sicalipsis más histriónica, sin tratar de disimularlo, sino siendo coherente con el texto que tiene entre manos y apostando por el trabajo escénico para revitalizar un término del que hoy en día se huye. Y para ello tanto él como Jesús G. Salgado (responsable de la dirección de escena en esta reposición) se sirven de un plantel de cantantes y actores entregados a su rol, que renuncian al lucimiento personal (apenas un momento de gloria vocal para cada uno a lo largo de la función) para generosamente ceder a favor de un conjunto muy homogéneo.
Tanto Pilar Jurado (en el papel de la Bella Cocotero) como David Menéndez (Fidel) o la reciente Premio Campoamor Ruth Iniesta (Teresita) se revelan, además de como grandes cantantes, como grandes actores cómicos que no desmerecen al lado de los dos nombres que sostienen la función: Eduardo Santamaría (Pérez) y Francisco J. Sánchez (Concordio), quienes realizan un verdadero tour de force teatral y vocal.
Estos son los grandes nombres, pero no conviene dejar de mencionar el trabajo de Javier Lago, Carlos Crooke, José Luis Alcobendas y Balbino Lacosta que con sus diferentes secundarios enriquecen sobremanera la función. Las sicalípticas pantaloneras interpretadas por Pilar Belaval, Ana Cristina Marco, Sagrario Salamanca y Soledad Vidal demostraron un buen empaste vocal y gran presencia escénica en papeles nada sencillos.
Todo para redondear una noche muy divertida, donde a modo de propina todo el elenco interpretó el “canto a la sidra” de la zarzuela Xuanón como homenaje a la tierra en la que se representaba El Terrible Pérez.
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