Notable Tosca de Ainhoa Arteta en San Sebastián

Notable Tosca de Ainhoa Arteta en San Sebastián
Ainhoa Arteta

La Quincena Musical Donostiarra es cita obligada del verano. A pesar de su nombre, su programación lleva ya varios años cubriendo todo el mes de Agosto. Así ocurrirá también este año, en el que hay conciertos muy atractivos, como es tradicional año tras año. En lo que a la lírica se refiere, se ofrece esta Tosca y una versión de concierto de Mendi Mendiyan, de José María Usandizaga, de quien se cumple este año el centenario de su prematura muerte.

En cuanto a esta Tosca, comenzaré por decir que el espectáculo ha sido digno y aceptable, de un nivel de calidad perfectamente comparable al que en los últimos años nos han ofrecido de esta ópera los teatros punteros españoles, cuyas representaciones de esta obra maestra de Giacomo Puccini no han sido particularmente brillantes. En la comparación con ellos la Quincena sale claramente ganado, ya que sus precios son mucho mas moderados. No llegan al 50 % de los que se practican en la temporada de Bilbao, aunque apenas les separan 100 kilómetros a ambas ciudades. Hemos asistido a una adecuada producción escénica, un reparto vocal, en el que lo mejor lo ofreció la protagonista, y una versión musical, que ha sido el lado más oscuro de toda la representación.

Se ha ofrecido la conocida producción de Paco Azorín, que ya pudo verse en Barcelona y Sevilla. Siendo la misma producción, hay cambios importantes en el último acto, en el que la escenografía se simplifica notablemente, al parecer por problemas del escenario del Kursaal. No es muy aconsejable en Tosca salirse del libreto, en el que los escenarios y las fechas están perfectamente marcados, y Paco Azorín hace un trabajo bastante tradicional en cuanto a escenografía – del propio Azorín – y vestuario (Isidre Prunés). Resulta atractiva la escena de Sant’Andrea della Valle, con un retablo a base de proyecciones, en el que no dejan se ser curiosos los cambios que ofrecen a lo largo del acto. El escenario es giratorio y el supuesto Palazzo Farnese no es sino la parte posterior del mencionado retablo, ofreciendo un despacho de Scarpia bastante desnudo, en el que resulta bastante extraña la presencia de una prisión a la derecha del escenario. En el último acto desaparece la escenografía original, que se desarrollaba en el techo de la prisión, para ser sustituida por unas rejas y una escalera, desarrollándose la acción en corbata. La iluminación se debía originariamente a Pascal Mérat, siendo ahora obra de Pedro Yagüe.

Paco Azorín aporta sus originalidades personales. Citaré entre ellas el hecho de que los actos primero y último se inician con una serie de figurantes que acompañan a Angelotti y Tosca a sus destinos en la iglesia y en la prisión, respectivamente. Me parece una interesante aportación en el primero de los casos, ya que tiene sentido que la fuga de Angelotti de la prisión hubiera sido preparada por sus seguidores. Mucho menos tiene la su presencia acompañando a Tosca en el último acto. Los dos primeros actos se desarrollan de manera bastante tradicional, llamando la atención el hecho de que Tosca se despide de los prisioneros tras dar muerte a Scarpia, de quien ahora no se despide con un beso, como ocurría en el estreno de la producción. El cambio obligado de escenografía del tercer acto ha hecho que hayamos salido ganando con el cambio, ya que era lo menos conseguido de toda producción.

La dirección musical estuvo en manos de Miguel Ángel Gómez Martínez, que nos ha ofrecido una lectura musical segura y eficaz, pero alargando excesivamente los tiempos, lo que ha convertido su versión en un tanto tediosa, especialmente en el primer acto. El tema de los tiempos es siempre muy discutible y yo no tengo nada contra las versiones lentas de la óperas, siempre que no perjudiquen a los cantantes y que la carga dramática sea adecuada. Bueno será recordar que Lorin Maazel nos brindó algunas lecturas muy personales en sus años en Valencia y guardo un recuerdo muy especial de ellas. Claro que para que esos tiempos lentos triunfen hace falta una profundidad dramática que únicamente genios como el siempre recordado Lorin Maazel podían ofrecer. No es éste el caso de Gómez Martínez. La Orquesta Sinfónica de Euskadi respondió bien a la batuta del maestro granadino, cumpliendo adecuadamente con su cometido el Coro Easo. A destacar la actuación de la Escolanía Easo.

Ainhoa Arteta y Roberto Frontali
Ainhoa Arteta y Roberto Frontali

Ainhoa Arteta cantaba el rol de Floria Tosca por primera vez en España y lo hacía en su casa, tras haber pasado algo más de año y medio desde su debut absoluto en el personaje en Bolonia. Fue desde mi punto de vista la mejor y más adecuada cantante de todo el reparto, mostrando que su voz hoy brilla de manera especial en los roles veristas. Tosca exige una gran intérprete y Ainhoa Arteta estuvo a la altura requerida, ofreciendo un Vissi d’arte con preciosos piani en la parte final del aria. Hace falta también una cantante de temperamento dramático y cumplió perfectamente. Hay un pasaje en el primer acto, que para mí es la piedra de toque precisa para saber si la intérprete de Tosca será capaz de hacer frente a las exigencias dramáticas de la ópera. Me refiero a la frase que canta Tosca en su escena con Scarpia: Egli vede ch’io piango. Efectivamente, pasó notablemente la prueba.

El tenor rumano Teodor Ilincai fue un Cavaradossi con voz adecuada, pero escaso de emoción. Si cantar – como lo define el diccionario – fuera simplemente emitir sonidos melodiosos, solamente nos interesaría saber si la voz del intérprete es la que requiere el personaje de Cavaradossi. En este sentido no cabe duda de que Teodor Ilincai cumplió con lo que el personaje requiere, ya que la voz ha adquirido un poderío y un volumen más que notables en poco tiempo, sin que haya perdido la facilidad que tenía en las notas más altas. Si cantar – como yo lo entiendo – consiste en transmitir emociones, además de producir sonidos melodiosos, Tedor Ilincai deja bastante que desear. Como ocurriera hace unos meses en su Alfredo en el Teatro Real, nos ofreció toda una serie de sonidos abiertos, buscando siempre los decibelios en lugar de centrarse en las emociones, que nunca existieron. Sus dos momentos estelares – Recondita armonia y E lucevan le stelle – no transmitieron la más mínima emoción. Únicamente decidió cantar de verdad en O, dolci mani. Este es el camino y no el anterior. Si sigue forzando, durará poco.

Scarpia es uno de los personajes más odiosos de la ópera y necesita un barítono de voz oscura y prestando una gran atención a los matices. Roberto Frontali es un buen cantante, pero no tiene la voz que necesita Scarpia. Estoy convencido de que él lo sabe y en muchas ocasiones busca el volumen más que el matiz que en este personaje es fundamental.

En los personajes secundarios Valeriano Lanchas fue un sonoro y adecuado Sacristán. Francisco Vas fue el profesional seguro de siempre en la parte de Spoletta. David Lagares cumplió adecuadamente con la parte de Angelotti. Sin mayor relieve el Sciarrone de Rubén RamadaJuan Carlos Rey (¡vaya nombre!) fue un sonoro

Carcelero, aunque algo modesto vocalmente. Finalmente, me produjo una excelente impresión el jovencito Luis Larrañaga en el Pastorcillo.

El Kursaal estaba prácticamente lleno y el público se mostró cálido con los artistas, especialmente con Ainhoa Arteta, siendo también muy ovacionado Teodor Ilincai.

La representación comenzó con 5 minutos de retraso y tuvo una duración total de 2 horas y 37 minutos, incluyendo un intermedio y una parada excesiva ente los actos II y III, teniendo en cuenta la simplicidad de la escenografía del último acto. Duración musical de 2 horas y 3 minutos. Abundando en lo comentado más arriba sobre los tiempos del maestro, diré que su versión fue nada menos que 14 minutos más lenta que la de Paolo Carignani en el Liceu de Barcelona. Es la primera vez que asisto a una Tosca que sobrepasa las dos horas de pura duración musical. Ocho minutos de aplausos.

El precio de la localidad más cara era de 94 euros, costando la localidad más barata con visibilidad 29 euros.

Jose M. Irurzun