Crítica: «L’elisir d’amore» Granada Por Federico Figueroa
Cuando Gaetano Donizetti y Felice Romani crearon, a toda velocidad por una serie de circunstancias que no viene a cuento escribir aquí, y estrenaron L’elisir d’amore (Milán, 1832) en un tiempo de dos semanas, quizá no pensaron que sería una de sus óperas más representadas en el futuro. Y desde tantas maneras estéticas porque una de las virtudes de la obra, desde el punto de vista escénico, es que puede cambiar su marco espacio temporal sin menoscabo a la sencilla historia que nos cuenta. Juventudes Musicales de Granada programó dos funciones en el Teatro Isabel la Católica de Granada, poco apropiado para representaciones operísticas, con un atractivo elenco y una propuesta escénica bien resuelta por Tete Cobo. En un universo entre setentero y ochentero, con un mínimo atrezzo y apoyándose en imágenes y vídeos proyectados en la pantalla de fondo, los amoríos de Adina y Nemorino tuvieron un desarrollo sin chirriantes contradicciones con el libreto original. El colorido vestuario (José Riazzo), el adecuado diseño de iluminación (Juan Felipe Tomatierra) y el movimiento escénico de los solistas recrearon muy bien la idea de algo en la línea de las películas «Grease» o «Saturday Night Fever».
Musicalmente la obra es más exigente de lo que parece, y cuenta con una de esas arias que todo aficionado conoce. El almeriense Juan de Dios Mateos compuso un Nemorino, teatral y vocalmente, delicioso. Canta con muy buen gusto, su voz corre con facilidad y remata con agudos brillantes y sin tensiones. La navarra Sofía Esparza aúna a su atractivo físico una desenvoltura escénica notable y una voz con bien dotada en los extremos y un centro redondo, además de una coloratura limpia. Su Adina exhibió superficialidad, ternura y también la coquetería necesaria para ligarse en tres segundos al Belcore del barítono Pablo Gálvez, un sargento tan chulesco como bien resuelto, con un instrumento canoro flexible y de timbre atractivo. Como actor es también entregado y en conjunto funciona a la altura de sus colegas, como quedó patente en el estupendo dúo con Nemorino. Crítica: «L’elisir d’amore» Granada
El italiano Diego Savini, también barítono, tiene presencia escénica y musicalidad aunque su voz no sea lo suficientemente grande como podríamos imaginar para la el personaje del caricato Dulcamara. Cantó bien pero no logró transmitir todo lo que ese charlatán puede lograr con el público. Será interesante verlo en otro tipo de roles. La granadina Teresa Villena hizo de Giannetta una pizpireta y aprovechada muchacha. La soprano se hizo notar vocalmente en los números de conjunto y la propuesta escénica le permitió lucir sus dotes histriónicas.
El Coro de Ópera de Granada, preparado por Pablo Guerrero, y el Coro Infantil de Juventudes Musicales Granada, preparado por Pedro Hernández, cantaron con precisión y entrega. El maestro Alessandro Palumbo obtuvo de la Orquesta Filarmonía Granada un sonido ligero, expresivo y cómodo para los cantantes. Acertó en tiempos y dinámicas que resultaron en un amable y disfrutable Elisir.
Los espectadores aplaudieron con gran entusiasmo a todos los artistas que comparecieron en el escenario en esta segunda función, dejando claro que la lírica debe ser apoyada institucionalmente para llegar a más público.
Granada (Teatro Isabel la Católica) 28 de enero de 2024 L’elisir d’amore Ópera en dos actos de Gaetano Donizetti con libreto de Felice Romani.
Dirección musical: Alessandro Palumbo Dirección de escena: Tete Cobo Vestuario: José A. Riazzo Iluminación: Juan Felipe Tomatierra
Orquesta Filarmonía de Granada Coro de Ópera de Granada (Director: Pablo Guerrero) Coro Infantil de Juventudes Musicales Granada (Director: Pedro Hernández)
Elenco: Juan de Dios Mateos, Sofía Esparza, Pablo Gálvez, Diego Savini, Teresa Villena.