Entrevista a Raina Kabaivanska en el International Opera Studio de Gijón

Intervista a Raina Kabaivanska all'International Opera Studio di Gijón
Raina Kabaivanska y Donatella Danzi: Foto: Gloria Fernández Muñiz

Raina Kabaivanska ha pasado quince días del pasado mes de agosto en Gijón donde ha impartido Clases Magistrales a jóvenes cantantes del International Opera Studio (IOS). Su primera sorpresa ha sido la vitalidad del proyecto concebido por José Gómez y que en su primera edición, 2015, ha representado L’Elisir d‘amore en julio y La Boheme en septiembre en el Teatro Jovellanos. La segunda sorpresa ha sido una ciudad llena de niños, «no veo tanto niños en ningún otra parte del mundo, aquí hay muchos niños». Una continuidad que se produce también a través del trabajo con los jóvenes cantantes con los que ha trabajado en Gijón y que ha guiado hacia el perfeccionamiento de la técnica vocal con sus precisos y sabios consejos. 

La continuidad, según Raina Kabaivanska, pasa por los jóvenes.

¿Raina, qué te han parecido estos días en Gijón?

¡Maravillosos! Yo he amado siempre mucho España, tengo una admiración especial para este pueblo y en Gijón me he sentido fantásticamente. Ante todo la naturaleza es realmente una cosa extraordinaria, pero sobretodo me ha impresionado la gente; la gente que parece feliz, la gente que pasea siempre por las calles, que toma el café en el bar. Además los niños, no veo tantos niños en ninguna otra parte del mundo, ¡es realmente una felicidad vivir con tantos niños! Gijón es un lugar mágico. 

¿Y el trabajo? ¿Qué te ha parecido el IOS y por qué has decidido participar en este proyecto?

La organización es óptima, no creo que se pueda contar con una mejor organización para un Master que ésta. Me he sentido realmente muy bien. Yo llevo adelante un lucha personal, estoy en contra del camino sin horizonte que sigue el joven cantante quién se ve abocado a las continuas Clases Magistrales y al estudio continuo. Entiendo que, o bien se ha nacido para pisar el escenario o es sencillamente mejor dejarlo. Te aseguro que éste es el único argumento que me ha convencido para venir a Gijón, es decir trabajar con el IOS porque al final se representa una ópera encima del escenario. De esta forma, estos jóvenes cantantes que indudablemente tienen las dotes vocales y el talento pueden demostrar encima de un escenario si son capaces de involucrar y emocionar al público, porque éste es el rol del artista. ¿Cuál es realmente el papel del artista? Comunicar y transmitir el pensamiento del compositor, nosotros somos el medio que transmite la música. Yo he venido aquí porque estos jóvenes tendrán la posibilidad de cantar encima de un escenario. Éste es el examen para toda la vida.

Como profesora del ESCM y en esta primera edición también como docente del IOS, he podido comprobar la vocación que tienes por la enseñanza. ¿Cuándo ha nacido?

No sé si se trata de una vocación. Mi madre era la típica profesora, muy estricta con mi hermano y conmigo. Puede ser que yo haya heredado esta costumbre de ser tan estricta porque ella era siempre maestra, ¡siempre!. He cantado hasta los setenta y cinco o setenta y seis años pero entretanto empecé ha impartir Clases Magistrales y siempre me ha encantado el contacto con las personas jóvenes. 

Me acuerdo que mi primera maestra en Italia fue una señora milanesa que se llamaba Rita Fumagalli, era una persona increíblemente generosa y nunca aceptó una lira de nadie. Es más, me acuerdo che cocinaba arroz a la milanesa para todos los alumnos. Puede ser que debido al agradecimiento que tengo por esta persona yo siga el mismo camino. Pienso que la generosidad es una cosa muy bonita en la vida. En mi largo recorrido artístico no sé si he sido muy buena, pero desde luego he sido siempre muy generosa; cuando me pedían el veinte por ciento, siempre he dado el ciento y veinte por ciento. Estoy segura de que ésta es la razón por la cual he recibido cariño, mucho cariño del público; porque el público siente de forma instintiva la generosidad del artista e le contesta con igual intensidad. 

Intervista a Raina Kabaivanska all'International Opera Studio di Gijón
Raina Kabaivanska

¿ Entonces crees que proyectos educativos como el International Opera Studio ayuden a los jóvenes talentos?

¡Por supuesto! Bienvenidos sean proyectos como estos donde se escenifica una ópera completa con orquesta y vestuario y donde el joven cantante puede demostrar su capacidad de artista. Hoy en día resulta muy difícil ofrecer esta posibilidad ya que el mundo se ha empequeñecido porque se ha abierto mucho. Me acuerdo que cuando empecé a participar en concursos de canto en los años 59 y 60, los participantes éramos 20 o 25. En los concursos actuales se pueden presentar hasta 2000 cantantes, eso significa que las fronteras ya no existen más y la competencia es tan grande que estos chicos necesitan exhibir un enorme talento. Lamentablemente no es ni el tiempo ni la época para la ópera. 

Cuando empecé a cantar yo sólo teníamos la radio, pasábamos todo el día delante del aparato a escuchar música sinfónica y ópera. Hoy la cantidad de medios sociales y la informaciones realmente desbordante y eso complica enormemente las cosas. 

Me acuerdo que en el año 1959 participé en mi primer concurso de canto en Reggio Emilia. En la sección masculina ganó Luciano Pavarotti y en la sección femenina gané yo pero participaron en total sólo 25 cantantes. Ahora nos podemos fácilmente encontrar con miles de concursantes ya que creo que nos encontramos en la época del protagonismo. Todos los chicos jóvenes quieren salir en la televisión y subirse a un escenario bajo cualquier condición. Las mismas madres empiezan a prepararlos para la carrera artística desde muy temprano y ésto supone una lucha muy dura desde el principio. Por esta razón, el International Opera Studio es un proyecto muy válido ya que permite a los participantes poderse exhibir encima de un escenario. 

Querida Raina, ya que estamos hablando de formación y de maestros que ayudan y guían a los jóvenes talentos de manera diferente para buscar y encontrar un camino,¿ cuáles han sido tus maestros y quién ha sellado tu recorrido artístico en tus comienzos? 

El maestro tiene un rol importantísimo; ante todo tiene que amar aquello que hace y tiene que amar a los jóvenes. Ser maestro es un tema metafísico: se trata de dar y recibir al mismo tiempo.

Después de tantos años de enseñanza, quizás veinte, me doy cuenta que ahora sé muchas más cosas que al principio gracias al trabajo con jóvenes cantantes. Uno aprende realmente mucho. Hay que estar dispuestos a querer trabajar con la juventud, establecer un contacto emotivo ya que con la frialdad los resultados son escasos. Además hay que fomentar un clima de cooperación y de confianza, esto es absolutamente fundamental. Yo he sido realmente muy afortunada, cuando llegué a Italia en el 1958, todavía existían los viejos maestros de una vez que transmitían la antigua escuela vocal italiana. 

He tenido mucha suerte de haber conocido y trabajado con mi primera maestra, la señora Zita Fumagalli, que había sido una cantante importante y había cantado óperas de Leoncavallo, Mascagni y otros. Después he estudiado con el maestro Antonino Votto, gran director de orquesta y asistente de Toscanini, que cuando me escuchó dijo: «Esta chica tiene talento, esta chica cantará en la Scala». Cuatro meses más tarde me llevó a cantar a la Scala. Bien, estas personas entendían el talento y de dedicaban a hacerlo crecer. Me doy perfectamente cuenta que al principio no era buena, pero es realmente imposible ser buena enseguida. Lo fundamental es que me siguieron con amor, con atención y por lo tanto pude seguir mi camino de forma reflexiva y razonada. Una vez esto se podía hacer, hoy en día es prácticamente imposible. Las leyes de mercado han irrumpido en la vida artística a través de la agencias artísticas con todas sus estructuras y estrategias. En aquellos tiempos no hacía falta todo esto, los mayores sabían dónde encontrar un talento y cómo desarrollarlo. 

Otro nombre que quiero recordar es el de Rosa Ponselle, una antigua cantante americana que llamaban «Caruso con falda». La conocí al poco tempo de mi llegada a Estados Unidos para debutar en el Metropolitan con Pagliacci. Dos amigas me presentaron Rosa Ponselle en Baltimore e me ayudó mucho con el fraseo a la italiana. Me dijo: «Tú tienes una voz eslava. Aquí no, todo es blando y suave a la italiana . De esta forma aprendí como cantar las vocales: a,e,i,o,u. Tras treinta años de carrera donde he cantado de todo, me doy cuenta con auténtico terror de haber cantado realmente mucho (un ejemplo son las cuatrocientas representaciones de Butterfly y otras cuatrocientas de Tosca). La verdad es que empecé a sentirme encasillada en el repertorio de Puccini. En otros tiempos había cantado también óperas de Verdi pero Tosca y Butterfly me han limitado bastante. Decidí entonces enfrentarme a un repertorio que no me había podido permitir: Donizetti, Massenet y la música del Novecientos: Britten, Janáček, Poulenc. 

Para esta tarea conté con la ayuda inestimable de un gran musicólogo italiano: Rodolfo Celletti. Fue un verdadero conocedor del órgano y técnica vocal y fue realmente él quien me puso la huella de cantante no solamente puccianiana. En esta nueva etapa interpreté óperas de Donizetti, como la desconocida Fausta, y Roberto Devereux, después  Spontini con La Vestale y Gluck. Pude ampliar mis horizontes y no arriesgarse a quedar estancada, hecho éste importantísimo para un cantante. Lo fundamental de todo desarrollo es tener una técnica adecuada; la señora Fumagalli, Rosa Ponselle y Rodolfo Celletti me ayudaron a encontrar esta seguridad técnica. No hay nada que hacer, es el mismo idioma italiano el que facilita el cantar bien y con la vieja técnica italiana es todavía más natural. 

¿Por qué cuando te fuistes de Bulgaria en el 1958 escogistes Italia como país para perfeccionarte? 

En Bulgaria de joven tenía un amigo que había construido a escondidas una radio para poder escuchar las noticias occidentales. Yo no conocía absolutamente nada de occidente, no conocía ningún cantante porque el comunismo no nos permitía recibir noticias de Europa. Un día, por casualidad, escuché una voz maravillosa. No sabía que acababa de escuchar a María Callas pero ese mismo día decidí que quería ir al país dónde se cantaba tan bien. Así fue que decidí viajar.  

Estas considerada como la heredera de Maria Callas. Además, ella escenificó una sola ópera, I vespri siciliani, y para el papel protagónico femenino fuiste tú la seleccionada. ¿Qué huella te ha dejado y cómo ha sido tu relación con Maria Callas?

He de hacer una premisa, Maria Callas es un «entidad» que nace cada dos o trescientos años y no se repite. Ella está allí en su Olimpo griego y nosotros estamos aquí en la tierra. Fue tanto una voz como una artista excepcional, por lo tanto el asunto de ser su heredera no encuentra aplicación. Yo no tengo nada de la Callas porque ella es la Divina y permanece en el cielo. 

La verdad es que cuando me llamaron para la reinauguración del Teatro Regio de Turín en el 1973, tras permanecer cerrado durante cuarenta años por un incendio, ella ya no estaba en activo. Llamaron Maria Callas para encomendarle la dirección de escena y era la primera vez que acudían a un nombre tan importante. Confieso que ella era un genio, cuando abría la partitura se transformaba y en la música encontraba su esencia. Creo que ha sido feliz únicamente gracias a la música y sobre el escenario. Es verdad, fue ella quien me escogió para I Vespri Siciliani. Todas las discográficas competían con sus artistas debido a la importancia del evento. Yo, debido a mi carácter independiente, nunca he pertenecido a ninguna discográfica y por lo tanto no tenía una buena baraja de naipes. Fue ella quien me lo propuso, me seleccionó y me convenció que aceptara. Después me dijo que me había visto cantar en la Scala. 

Donatella Danzi (trad. Vasco Fracanzani)