Gala de la Fundación Richard Tucker

Por Carlos Javier López Sánchez

Sonrisas y lágrimas en la gala de la Fundación Richard Tucker

La gala de la Richard Tucker Foundation es siempre uno de los eventos líricos más interesantes del año. A ella acuden los cantantes americanos más relevantes del momento, aquellos premiados con el galardón que cada año la Richard Tucker concede mejor artista operístico en los Estados Unidos. En esta ocasión, la gala rendía homenaje a Angel Blue, la soprano ganadora del Richard Tucker en 2022. Junto a ella, aparecieron los tenores Stephen Costello, Michael Fabiano y Russel Thomas; las sopranos Renée Fleming, Christine Goerke, Angela Meade y Eleonora Buratto; la mezzosoprano Joyce Didonato; y los barítonos Ryan Speedo Green, Reginald Smith Jr, Bryn Terfel y Christian van Horn. Al mando de todos ellos encontramos a la directora de orquesta italiana Speranza Scapucci.

Angel Blue en la Richard Tucker Gala. Foto: Dario Acosta
Angel Blue en la Richard Tucker Gala. Foto: Dario Acosta

La gala se abrió con Angel Blue cantando el aria de Tosca de Puccini ¨Vissi d´arte¨. La soprano hizo gala de un timbre bien balanceado, oscuro y mate, con una proyección sana que tiene mayor amplitud en el centro del registro y en el agudo. La voz, que es una gloria cuando se expande libre en el agudo, aún puede mejorar en interés armónico, pero ya da muestras de la espesura propia de las líricas plenas.

En el dúo de Porgy and Bess que cantó junto a Ryan Speedo Green, Angel Blue demostró su talento coloreando la línea de manera bellísima para dotarla de significado pleno, en una intervención intachable. En el «tableau» del final del segundo acto de Aida de Verdi, Angle Blue ofreció un canto más bien comedido, aproximado en ocasiones, y dio la impresión de ser una gran voz atrapada en los convencionalismos estilísticos de la ópera moderna. Pero ese timbre oscuro y corpóreo, ese fraseo pulposo e insinuante, dejan en el aire el espíritu de una voz que ansía desarrollarse en libertad y ser escuchada en plenitud. Al final de la gala, la soprano californiana tenía el Geffen Hall a sus pies. Visiblemente emocionada y consciente de la trascendencia de la celebración, la joven artista disfrutó plenamente del momento. Lástima que algunos de los presentes se quedaran con ganas de algo más.

Además de Angel Blue, otro de los grandes triunfadores de la noche fue el tenor de Nueva Jersey Michael Fabiano. Con un instrumento en sazón y con ganas de hacerse notar en la gala, todas sus intervenciones fueron sobresalientes. En el dúo del Faust de Gounod ¨Me voici…A moi les plaisirs¨, que cantó junto a Christian Van Horn, Fabiano desarrollo un canto estuchado, idiomático y expresivo. A su lado, Van Horn sonó más plano y nasal, pese a su buen francés. Michael Fabiano cerró su programa con el aria ¨O paradiso¨ de L’ Africana de Meyerbeer. Aquí dibujo frases ensoñadoras y seductoras, con una emisión sana y pujante, y una voz bien colocada que empleó la sonoridad de la sala Wu Tsai para campanear de lo lindo, y convencer a los más escépticos.

Christian van Horn y Michael Fabiano en la Gala Richard Tucker. Foto: Dario Acosta
Christian van Horn y Michael Fabiano en la Gala Richard Tucker. Foto: Dario Acosta

Frente a Fabiano, el resto de los tenores de la gala tuvieron un paso más discreto. Russel Thomas, que anda cantando Don Carlos en el Met, arriesgó en la difícil aria ¨Oh tu que in seno agli angeli¨ de La forza del destino de Verdi, con desigual resultado. Russel canta el agudo tirante y va muy justo en el registro medio, solventa el paso de la voz con lucidos falsetes, pero la voz no define una línea sólida y verdiana. Se queda siempre corta, y el público lo acusa, pese al educado y generoso aplauso que le brindaron.

Stephen Costello, por su parte, se desgañitó para atravesar la orquesta de una Speranza Scapucci inmisericorde en ¨Quando le sere al placido¨ de Luisa Miller, y lo mismo durante el dúo de amor de Madame Butterfly de Puccini, que cantó junto a Eleonora Buratto. Buratto no es americana ni ha ganado el Richard Tucker, pero tuvo la amabilidad de cubrir la baja de una Nadine Sierra indispuesta. Ambas voces sonaron bien al unísono. Costello se mostró muy hábil con una línea elegante y estilizada, como es habitual en él. Buratto es una Butterfly deliciosa. La voz es homogénea, tiene gravedad y fluye musical, los agudos vibran con emoción sobre el fiato. Lástima que el agudo final no pudiera cuadrar la colocación perfecta de la nota. Algo similar le había ocurrido antes del descanso, interpretando ¨Un bel di¨ de la misma ópera. Varias notas altas se le quedaron enganchadas atrás y no tomaron vuelo, aunque la belleza de su registro medio compensó cualquier otro defecto.

Otra soprano que ni falla ni defrauda en estas galas es Angela Meade. En esta ocasión, se atrevió con el aria final de Elisabetta de Roberto Devereux de Donizetti, la temida ¨Quel sangue versato¨. La soprano de Washington es una de las pocas sopranos que se atreven a cantar belcanto a plena voz, sin notas susurradas, engoladas o sobrecubiertas. Su vibrato sigue siendo descuidado y poco fino, y algunas notas pierden la línea, por abiertas y descontroladas, pero la emoción que provoca su canto hace que las intervenciones de Meade tengan carácter de acontecimiento. Pese a que la última nota, que pretendía ser triunfal y campanuda, sonó raspada, la ovación fue muy sonora.

La acústica del nuevo Geffen Hall, como ya hemos comentado aquí, amplifica un espectro amplio de frecuencias sonoras. En la gala de la Fundación Richard Tucker pudimos comprobar que lo mismo ocurre con las voces. Y voces que ya de por si son voluminosas como las de Angela Meade resuenan estruendosas cuando chocan contra las sofisticadas paredes de la sala Wu Tsai. Otras voces de tamaño más discreto, como la de la célebre soprano Renée Fleming, se benefician aún más de las prestaciones del auditorio. Por un momento, mientras cantaba el bello dúo ¨Canzonetta sull’aria¨ de Le Nozze di Figaro junto a una poética y emocionada Angel Blue, Renée Fleming volvió a ofrecer ese sonido rico y pastoso, cuajado de armónicos, que la hizo famosa en todo el mundo.

A la que ni siquiera la acústica pudo salvar fue a Joyce Didonato, que apareció con una interpretación más bien pobre de ¨Ah! No son io que parlo¨ de Ezio de Gluck. Con notas suspiradas y sin centro, con más sentimiento y afectación que musicalidad, las notas de DiDonato están tan apoyadas en la máscara que suenan huecas y nasales en el agudo, y engoladas y cacofónicas en la zona grave. Scapucci tampoco consiguió conectar la orquesta con la solista, en una aparición para olvidar.

Bryn Terfel y Speranza Scapucci en la Gala Richard Tucker. Foto: Darío Acosta
Bryn Terfel y Speranza Scapucci en la Gala Richard Tucker. Foto: Darío Acosta

Bryn Terfel, que era otro de los grandes reclamos de la gala junto a Fleming, cantó el aria ¨Son lo spirito che nega¨ de Mefistofele de Boito. La voz de Terfel hace tiempo que perdió apostura y quilates. Pero el artista ha sobrevivido a su propia voz. Ahora silba mejor que canta, pero al público le encanta. Como diría el flamenco, qué tendrá que ver la voz con el canto… Como propina, Terfel se desquitó de su insustancial Mefistofeles con la vistosa canción, ¨If I were a rich man¨ de El violinista en el tejado de Jerry Bock, donde el barítono desplegó su consabido (y disfrutón) repertorio de bufonadas. Fue una delicia disfrutar de su control del tempo y la orquesta. El público lo acompañó con las palmas y el galés se vino arriba con un insinuante bailecito.

La pieza final, el finale del acto segundo de Aida, con Angle Blue, Russell Thomas, Speedo Green, Van Horn, Reginal Smith Jr y Chirstine Goerke no fue el gran fin de fiesta esperado. De entre todos los solistas que intervinieron en la pieza hay que destacar a Reginal Smith Jr, que sonó musical y asertivo como Amonasro. El resto cantó como suele, salvo Christine Goerke, cuya agostada voz dio alarmantes muestras de aridez.

Gala de la Fundación Richard Tucker. Foto: Darío Acosta
Gala de la Fundación Richard Tucker. Foto: Darío Acosta

La reedición de la gala de la Fundación Richard Tucker, que vuelve después de los años en blanco por la pandemia, volvió a ser un gran éxito pese a los peros expuestos. Las nuevas estrellas del firmamento lírico deben ser celebradas, si no por mérito, al menos por chauvinismo. La realidad es que en los Estados Unidos hay muchos amantes de la ópera dejando sus fortunas en alimentar este arte, sosteniendo instituciones claves para el futuro del género como la Fundación Richard Tucker. Ojalá la Fundación pueda proseguir muchos años con su fructífera labor de apoyo a la lírica americana. Los aficionados de todo el mundo tienen mucho que agradecerle.

OW


David Geffen Hall, a 13 de noviembre de 2022. Gala lírica de la Fundación Richard Tucker. Orquesta de la Metropolitan Opera de Nueva York, Coro de la New York Choral Society. Dirección de orquesta Speranza Scapucci.

Sollistas: Angle Blue, Eleonora Buratto, Stephen Costello, Ryan Speedo Green, Joyce Didonato, Michael Fabiano, Renée Fleming, Christine Goerke, Christian Van Horn, Angela Meade, Russel Thomas, Reginal Smith Jr, Bryn Terfel.