La dirección musical de Pinchas Steinberg volvió a ser sólida y convincente, aunque se quedó por debajo de la del día anterior. Tiene que ser muy distinto dirigir una ópera con un reparto como el del día anterior delante de los ojos o con el de esta ocasión.
Andrea Chenier fue interpretado por el tenor canario Jorge de León, cuya voz resulta adecuada y brillante para el personaje. Su actuación se vio perjudicada por la presencia de un pronunciado vibrato, que ya apareció en su Chenier de Oviedo hace unos meses, pero que ahora me ha parecido todavía mayor. No brilló como cabía esperar en los primeros actos, ofreciendo lo mejor en el último y especialmente en el dúo final con Maddalena. Si no se corrige este pronunciado vibrato, su futuro estará comprometido.
Maddalena di Coigny era la soprano americana Julianna Di Giacomo, que ofreció una voz amplia, adecuada para el personaje, aunque su instrumento no es particularmente atractivo. Hay en su canto una cierta monotonía por escasez de colores en su voz. Sobre todo tuvo el gran problema de tener que luchar con el recuerdo de Sondra Radvanovsky el día anterior.
El barítono americano Michael Chioldi fue un buen Carlo Gerard. La voz es amplia y bien timbrada, corriendo con suficiencia. Tiene tendencia a abrir sonidos, lo que fue evidente en su interpretación de Nemico della Patria. Era su debut en el Liceu.
La nueva Bersi era la mezzo-soprano Gemma Coma-Alabert, que no pasó de la corrección.
La mezzo-soprano rusa Elena Zaremba fue la nueva Madelón y mostró una voz amplia y bien timbrada todavía, aunque también ofrece un pronunciado vibrato.
El resto de personajes fueron interpretados por los mismos cantantes que el día anterior.
El Liceu ofrecía una entrada que no llegaría al 90 % de su aforo. El público se mostró cálido con los artistas durante y al final de la representación.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 31 minutos, incluyendo un intermedio y algunas paradas breves. Duración musical de 1 hora y 52 minutos, prácticamente igual que el día anterior. Siete minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 223 euros, habiendo butacas de platea entre 117 y 172 euros. La localidad más barata costaba 42 euros.
José M. Irurzun