András Schiff descolló en el Teatro Colón de Buenos Aires

András Schiff
András Schiff

Pocas obras en la historia de la música tienen la monumentalidad arquitectónica, conceptual y artística de El clave bien temperado de Johann Sebastian Bach. No sólo por la capacidad inigualable en genialidad de su autor sino por la dificultad en su interpretación. Y en esta dificultad no solamente incluímos la que tiene el músico encargado de recrear este monumento sino los oyentes que completaremos esa interpretación. Tal vez sea por esto que la empresa llevada a cabo por el notable músico húngaro András Schiff sea tan valorada.

Los 24 preludios y fugas contenidos en el primer libro del Clave y que fueron compilados por Bach en 1722 reuniendo las piezas en orden de aparición de acuerdo a la escala cromática y alternando los modos mayor y menor (Preludio y fuga en do mayor, preludio y fuga en do menor, en do sostenido mayor, en do sostenido menor y así sucesivamente) alternan también en una gran diferencia de carácter entre cada uno de ellos, siguiendo la sensibilidad que el propio Bach percibía que cada tono le sugería. Y también teniendo en cuenta el virtuosismo que el compositor tenía en el teclado. Sumado a esto la polaridad que presenta el preludio (obra más libre en su forma) con respecto a la fuga (mucho más estricta en su estructura) requiere un músico que se detenga en cada detalle, en transmitir colores, diferentes toques instrumentales, que nos haga realmente vivenciar las distintas voces de las fugas, que lo complejo de tales estructuras quede claro y se pueda disfrutar… Porque si no, la hora y 45 minutos continuados de música suenan a prodigio de memoria y de resistencia mental y física, pero poco más.

András Schiff
András Schiff

Y allí radica el mérito del pianista que nos transportó durante esas casi dos horas en el Teatro Colón en la función que realizó para Nuova Harmonia. Sin divismos, sin soberbias, sirviendo a la música y enlazándonos a nosotros con ese monumento cultural de Occidente que necesita un recreador para volver a vivir cada vez, como todo fenómeno musical hecho de sonido y tiempo.

Es claro que Schiff siente una congenialidad muy especial con Bach y hace que el recital tenga una naturalidad poco frecuente para este tipo de obras. La variedad de toques es realmente muy apreciable y particularmente a quien esto escribe le impresionó, dentro de un altísimo nivel general, la interpretación y comunicatividad de la fuga en Do sostenido menor y los preludios y fugas en Mi bemol menor y en si menor.

Al mismo tiempo, que las alrededor de 2500 personas que compartieron este excepcional concierto puedan mantener la concentración y el silencio no es cosa fácil. Si bien no todo el mundo estuvo en un silencio religioso a lo largo del desarrollo de la obra, tampoco esta cronista notó un revuelo fuera de lo que es normal en una obra de esta envergadura que fue interpretada sin intervalo. Y eso también fue mérito de András Schiff quien fue recompensado con una ovación completa. Como si su cansancio no existiera, agregó fuera de programa el primer movimiento del Concierto en estilo italiano y luego el Aria-tema de las Variaciones Goldberg.

No nos dejó ninguna duda de que su seriedad, su virtuosismo artístico y su calidad interpretativa lo hacen uno de los mayores intérpretes de la actualidad. ¡Bravo!

María Laura Del Pozzo