pandemia: Otoño lírico de Vigo Por Joaquín Gómez
Atípico donde los haya, el Otoño Lírico 2020 organizado por la Asociación de Amigos de la Ópera de Vigo ponía punto y final el pasado domingo, día de todos los santos, con la gala Regreso a la pasión llevada a cabo sobre el escenario del Teatro Afundación. Por si no hubiera sido suficiente con la pandémica penitencia de haber tenido que restringir aforos y trocar las habituales representaciones por recitales líricos, el último acto operístico de la AAOV para este año, ya en pleno régimen de ensayos, se vio afectado de lleno por el establecimiento del estado de alarma, el confinamiento perimetral de la ciudad olívica y unas todavía más severas limitaciones que reducían, sin mucho sentido, la asistencia a la sala a tan solo sesenta butacas, menos del diez por ciento de su capacidad. Cabe preguntarse la ecuanimidad y los resultados de unas normas que condicionan hasta extremos casi insoportables la celebración de un espectáculo de estas características, en el que ya se observaban todas las medidas de distanciamiento, higiene y prevención posibles, mientras, paradójicamente, en terrazas y cafés cercanos se congregaban más de ese medio centenar de clientes sin mascarilla alguna de por medio. Pese a todo ello, resultó encomiable la persistencia y laboriosidad de la junta directiva de la veterana asociación viguesa por mantener, contra viento y marea, la celebración de su festival y permitirnos disfrutar de eventos de óptimos resultados artísticos, como el que en estas líneas comentamos.
Con un tono bien distinto al de la cómica propuesta de octubre, la dramatización del recital lírico Regreso a la pasión se encomendó al director escénico Ignacio García, habitual de las temporadas de Vigo. El madrileño trató de cohesionar el heterogéneo programa mediante una trabazón dramatizada, confeccionada a través de reflexiones y bucólicas citas en torno a la importancia del arte musical y su significado. Dichas intervenciones fueron confiadas a la conocida actriz gallega Isabel Naveira, que con su proverbial naturalidad contribuyó al tono sereno y nostálgico que impregnó la propuesta teatral. Una atmósfera a la que se sumaron los delicados fondos musicales pianísticos sobre reminiscencias del repertorio interpretado, así como la penumbrosa iluminación junto a las alusivas y agradables proyecciones realizadas por Alejandro Contreras.
El apartado canoro sigue creciendo notablemente en los últimos años en las citas de la AAOV, confiado mayoritariamente a destacados valores nacionales y, como en esta oportunidad, aportando numerosos debuts sobre el escenario del García Barbón. Uno de ellos fue el de la soprano Sonia de Munck, asidua de los principales teatros nacionales, pero todavía inédita para el Otoño Lírico vigués. La técnica de la madrileña evidenció una cierta evolución respecto a su última Francisquita en el Teatro de la Zarzuela. La voz ha ganado algo de cuerpo, sin perder facilidad en el agudo y, quizá por ello, hubiera sido mejor elección la del aria del veneno del cuarto acto de Romeo et Juliette en lugar del consabido vals “Je veux vivre” de la misma obra de Gounod. No obstante, su única página solista recogió abundantes aplausos, así como su participación en el sexteto de Lucia di Lammermoor, la “Barcarolle” de Offenbach y el “Angiol di pace” belliniano, culminado este último con un hermoso Do agudo. La otra compareciente femenina, la mezzo Marina Comparato, se movió como pez en el agua en el repertorio francés, no en vano Carmen ha sido uno de sus más recientes éxitos. Regaló un excelente “Mon coeur s’ouvre à ta voix”, pleno de sensualidad y coronado con un ascenso al Si bemol no indicado originalmente por Saint-Saëns, pero siempre de grato efecto. Felipe Bou acumula buenas prestaciones en sus tareas en este coliseo y el domingo solventó de modo adecuado su cometido, si bien no tan brillantemente como en otras oportunidades. De esta manera, dio buena cuenta de la parte de ‘Sir Giorgio’ en el rutilante dúo “Il rival salvar tu déi… Suoni la tromba” del segundo acto de I puritani y defendió con corrección, pero con menos comodidad el difícil soliloquio verdiano del rey Felipe II en Don Carlo.
Diez años han transcurrido desde que el barítono Javier Franco interviniera en Vigo encarnando al simpático ‘Sulpice’ de La fille du régiment y pocos meses más tarde en la exhumación de la ópera gallega O mariscal. El brigantino ha fraguado en este intervalo de tiempo una consolidada trayectoria que se vio refrendada en esta gala. Si sus dos primeras colaboraciones en sendos dúos junto a bajo y tenor, respectivamente, atisbaron sus aptitudes vocales, la exigente aria “Eri tu …” del Ballo in maschera mostró a un intérprete de nivel. Se echó quizá en falta mayor homogeneidad de registro, pero a cambio se nos obsequió con emoción, entrega y nobleza de canto. Su dolcezze perdute tuvo línea, legato y un d’amor, con messa di voce incluida, que realmente conmovió y eso no es algo que muchos alcancen.
Punto y aparte merece el esperado debut en esta ciudad del jerezano Ismael Jordi. Sin duda estamos ante uno de los mejores tenores el momento dentro y fuera de nuestras fronteras. Se le escucha con enorme placer porque su fraseo resulta exquisito y elegante en todo momento. Una musicalidad plena que se suma a una dicción extraordinaria, amplio fiato, buena técnica de emisión y facilidad en el agudo, entre otras virtudes; elementos que le hacen dominador del repertorio de lírico-ligero tanto en italiano como francés. Sus cuatro apariciones cosecharon entusiastas ovaciones entre los pocos afortunados que pudieron disfrutar del artista en directo; en especial, tras el archiconocido “Pourquoi me reveiller”, que el tenor dedicó con un gesto a su maestro Alfredo Kraus. Su Werther no es el de Kraus, ni tampoco debe pretenderlo, pues si la comparación entre ambos artistas observa cualidades comunes y una lógica afinidad en el catálogo de obras interpretadas en su carrera, sus voces son disímiles en muchos aspectos. Jordi conoce y domina perfectamente sus singularidades vocales y su inteligente preparación del aria de Massenet permite adivinar la construcción de un personaje que, sin duda alguna, dará mucho que hablar en futuras veladas.
Por último, pero no menos importante, es de justicia reseñar el impecable soporte pianístico de Javier Carmena que redondeó esta gala operística. Un magnífico broche final para una anómala temporada lírica, llevada adelante con sobresalientes frutos, pese al adverso contexto de la pandemia, y que premia el tesón y la perseverancia de la AAOV.