Crítica: «La rondine» vuelve al Met con Angel Blue y Jonathan Tetelman

Por Carlos J. López Rayward

«La rondine» vuelve al Met en el año del centenario de la muerte de su compositor, Giacomo Puccini, con una reposición de la puesta en escena de Nicolas Jöel y con Angel Blue y Jonathan Tetelman como protagonistas.

Angel Blue y Jonathan Tetelman en "La Rondine." Photo: Karen Almond / Met Opera
Angel Blue y Jonathan Tetelman en «La Rondine.» Photo: Karen Almond / Met Opera

El estreno de «La rondine» en el principado de Monte Carlo en 1917 no fue un fiasco, como podría haber ocurrido al alejarse Puccini del formato que lo había hecho famoso. En efecto, el título no logró generar el furor y la emoción que caracterizaban los estrenos de sus predecesoras, como la tríada inmortal compuesta por «La Bohème», «Tosca» y «Madama Butterfly». Es como si Puccini hubiera alumbrado una gema finamente pulida, solo para que la luz de la atención pública, más atenta a la guerra que al amor, la rozara solo de manera tangencial.

¿Acaso la trama de «La rondine» carece del drama ardiente y la pasión desgarradora del genio de Lucca? En la historia de amor entre Magda y Ruggero no encontramos el conflicto trágico de Cio-Cio San o la intensidad romántica entre Rodolfo y Mimì. Más bien, Puccini nos envuelve en un relato de amor fugaz, tan real como prosaico, tan delicado como las alas de esta golondrina que se ha desvanecido sin estruendo en el horizonte del repertorio.

Aunque menos representada que otras obras del catálogo pucciniano, «La rondine» desempeñó un papel crucial en la evolución del estilo del maestro italiano. En ella, podemos vislumbrar destellos de innovación y experimentación, preludios de las exploraciones musicales más profundas que Puccini llevaría a cabo en sus obras posteriores. Además de momentos impagables, de belleza casi irreal como la famosa arietta Chi il bel sogno di Doretta y el irrepetible cuarteto Bevo al tuo fresco sorriso.

"La Rondine." Photo: Karen Almond / Met Opera«La Rondine.» Photo: Karen Almond / Met Opera

La partitura de «La rondine» rezuma una elegancia exquisita, una fusión de la tradición operística italiana con influencias francesas y vienesas que reflejan la estética refinada de la Belle Époque. Los arpegios lánguidos y las melodías líricas se entrelazan con la sofisticación de la música parisina, creando un tapiz sonoro que evoca los salones elegantes y los amores clandestinos de la alta sociedad europea de principios del siglo XX. Es por ello que esta producción en el Met de Nicolas Jöel y escenografía de Enzo Frigerio, ambientada en los años 20, nos parece tan elocuente como estilizada.

Tras su estreno de Monte Carlo, «La Rondine» llegó a Estados Unidos en 1928, en una hermosa producción diseñada por Joseph Urban, con la diva española Lucrezia Bori y el tenor italiano Beniamino Gigli en los roles principales. La Bori interpretó el papel principal en las 15 funciones en la temporada 1928 y las dos siguientes, eligiéndola como parte de sus actuaciones de despedida en el Met en 1936 con coreografías del mítico George Balanchine. La ópera luego desapareció del Met hasta 2008, con Marco Armiliato dirigiendo a Gheorghiu y Alagna en la producción actual.

"La Rondine." Photo: Karen Almond / Met Opera
«La Rondine.» Photo: Karen Almond / Met Opera

En esta reposición de 2024 encontramos a la directora italiana Speranza Scappucci, a la que ya hemos visto triunfar en el Met en títulos verdianos. Scappucci tiene un don para manejar el indómito foso metropolitano, y cuajó una rondine emocionante e inapelable, convirtiendo el sonido orquestal en el aire de los salones parisinos o en la suave brisa de la Riviera francesa.

Tampoco podemos olvidarnos del estupendo coro del Met, que sigue sumando triunfos en la temporada de despedida de Donald Palumbo. En «La rondine», los coristas del Met vuelan sobre la orquesta en unísonos casi milagrosos, mientras arropan a los solistas sin estorbar, multiplicando la calidad de los ensembles, en una demostración de su gran estado de forma, a la espera de recibir a Tilman Michael como nuevo director en la temporada próxima.

En los roles protagonistas pudimos disfrutar de una pareja inédita en el Met: la soprano californiana Angel Blue y el tenor chileno Jonathan Tetelman. Ambos fungieron a un fantástico nivel y pasaron la prueba con sobresaliente con interpretaciones convincentes en lo vocal y lo actoral.

Sun-Ly Pierce, Amanda Batista, Magdalena Kuźma y Angel Blue en La Rondine. Foto: Karen Almond  Met Opera
Sun-Ly Pierce, Amanda Batista, Magdalena Kuźma y Angel Blue en La Rondine. Foto: Karen Almond Met Opera

Angel Blue fue una Magda aristocrática y romántica. La soprano atesora un bellísimo registro bajo y conserva el brillo en el agudo. La voz se desenvuelve con flexibilidad en todo el registro, en una línea de canto sabia y elegante. Angel Blue fue justamente aplaudida por el público de Nueva York, pues supo meterse en la piel de la joven enamorada desde el primer momento, concitando el interés del espectador con intervenciones de enorme calidad musical y elegante presentación vocal.

A su lado, Jonathan Tetelman dejó un Ruggero propositivo, varonil y apasionado. El tenor chileno desarrolló un canto emocionante y en estilo, sobreponiéndose a un papel al alcance de muy pocos cantantes. Su entendimiento actoral con Angel Blue fue completo, y sus voces se acoplaron en feliz armonía, brillando juntos en cada uno de sus duos. Ojalá podamos disfrutar más a menudo en Nueva York del buen hacer del efusivo Jonathan Tetelman. Por lo pronto, el chileno volverá en mayo al Met como Pinkerton junto a Asmik Grigorian en «Madama Butterfly».

Emily Pogorelc es Lisette y Bekhzod Davronov es Prunier en La Rondine. Foto: Karen Almond  Met Opera
Emily Pogorelc es Lisette y Bekhzod Davronov es Prunier en La Rondine. Foto: Karen Almond Met Opera

Es justo señalar las relevantes apariciones de la joven pareja formada por la soprano norteamericana Emily Pogorelc como Lisette y el tenor uzbeco Bekhzod Dvronov como Prunier, ambos muy inspirados en sus roles, con voces en forma y un canto muy atento a las indicaciones de Scappucci.

La ausencia de «La rondine» de Puccini en los teatros de ópera suele pasar desapercibida entre los aficionados a la ópera. No obstante, son muchos los teatros que hoy la recuperan en homenaje al compositor en el centenario de su muerte. La infrecuente joya pucciniana conserva intacto su brillo y espera paciente grandes interpretaciones como la que se puede ver estos días en Nueva York.

OW


Metropolitan Opera de Nueva York, a 5 de abril de 2024. «La rondine», ópera en tres actos de Giacomo Puccini, con libreto de Giuseppe Adami basado en el libreto de Alfred Maria Willner y Heinz Reichert.

Dirección Musical: Speranza Scappucci. Orquesta y coro titulares del MET (Donald Palumbo, director). Producción: Nicolas Jöel. Escenografía: Enzo Frigerio. Vestuario: Franca Squarciapino, Iluminación: Duane Schuler.

Reparto: Magdalena Kuźma, Amanda Batista, Bekhzod Davronov, Bekhzod Davronov, Angel Blue, Emily Pogorelc, Sun-Ly Pierce, Alfred Walker, Scott Scully, Christopher Job, Paul Corona, Jonathan Tetelman, Patrick Miller, Mikki Sodergren, Chelsea Shephard, Mikki Sodergren, Jasmine Muhammad, Yohan Yi, Ellie Dehn.