Crítica: Recital de Jorge de León y María Conesa

Crítica: Jorge León María Conesa Por Daniel Lara

Todos los astros se alinearon e hicieron que el recital de zarzuela presentado por el coliseo madrileño de la calle Jovellanos resultase un éxito rotundo. En primer lugar, por la buena selección del programa, que reunió algunas de las romanzas y dúos más conocidos del género lírico español junto a imprescindibles páginas de su homónima caribeña: la zarzuela cubana. Crítica: Jorge León María Conesa

Juan Francisco Parra, Mónica Conesa y Jorge de León / Foto: Elena del Real

La vertiente vocal, que reunió al tenor canario Jorge de León y a la ascendente soprano cubano-estadounidense Mónica Conesa, no pudo ser más afortunada ni exitosa. En la primera parte del concierto, dedicado a la zarzuela española, De León demostró, una vez más sobre este escenario, porque es considerado uno de los más importantes cantantes de la actualidad. Poseedor de unos medios de superlativa calidad, el tenor canario destacó por su riqueza tímbrica que adquirió particular esplendor en los agudos que dispensó con una admirable seguridad y potencia gracias a una sólida técnica. Asimismo, supo ser un intérprete generoso y entregado a la hora de ilustrar la psicología de sus personas. De él puede decirse que lo dejó todo en cada unas de sus intervenciones. Ya en el inicio, brilló a más no poder en el bellísimo relato de Rafael “La roca fría del calvario” de la zarzuela La Dolorosa (1930), donde ofreció un magnifica interpretación de tintes ‘veristas’, que cinceló con genuina emoción y nobles detalles, y que le serviría para calentar motores y ofrecer, en lo que sería uno de los platos fuertes de la noche, la endiablada romanza de Iván “Brilla cuchillo de fino acero” de la zarzuela La leyenda del beso (1924) de un alarde vocal no apto para cardíacos. Superando todas las expectativas, Mónica Conesa tuvo un auspicioso debut en la casa. Soprano spinto con toques dramáticos, la joven soprano cubanoamericana, presumió de un timbre aristocrático, oscuro y caudaloso, de bellos graves, buen centro y de agudos resueltos con precisión y seguridad. Fue una compañera ideal que dio buen contrapunto, correspondió y nunca se amedrentó ante los torrentes vocales del tenor canario.  Si bien, un ligero vibrato por momentos amenazó la calidad de su legato, esto no desmereció un desempeño general altamente satisfactorio. Luego de cierto titubeo inicial en la petenera “Tres horas antes del día…” de la zarzuela La marchenera, muy grata de canto y de fraseo, pero algo baja de intención, se la escuchó más desenvuelta en la «Canción de Paloma» de El Barberillo de Lavapiés con un canto dúctil, flexible y muy intencionado. A partir de ese momento, su desempeño siempre fue en aumento. En los dúos, hubo un perfecto encaje entre los cantantes y fue evidente la química entre ambos en “Déjame besar tu mano generosa” de La Dolorosa y en “Amor, mi raza sabe conquistar” de La leyenda del beso, momentos muy festejados por el público. Crítica: Jorge León María Conesa

Mónica Conesa y Jorge de León / Foto: Elena del Real

En la segunda parte del programa, dedicado exclusivamente a la zarzuela caribeña, se escucharon piezas pertenecientes a la trilogía de compositores más representativos y difundidos del teatro lirico cubano: Rodrigo Prats (1909-1980), Ernesto Lecuona (1895-1963) y Gonzalo Roig (1890-1963). Fragmentos cuyo común denominador fueron los amores ocultos y prohibidos del señorito terrateniente y acaudalado con alguna exuberante y apasionada mujer mulata a quien prometía amor y matrimonio, con la Cuba colonial como marco y echando mano a melodías afrocubanas y elementos folclóricos locales. Para este momento de la noche, De Leon escogió la romanza de Agustín: “Que negra y que triste mi vida de ayer” de la zarzuela Soledad (1932) y Conesa la canción de cuna y el aria “Duerme, hija mía”, “Por qué triste y afligido…”, servidas ambas con gran intensidad dramática y donde ambos interpretes brillaron a toda luz. Más sueltos, en los dúos semi-escenificados de las zarzuelas: Amalia Batista (1936), Maria la O (1930) y Cecilia Valdés (1932) los artistas se divirtieron, demostraron un absoluto dominio del género y cautivaron a un público, a estas alturas, ya totalmente rendido a sus pies. Como única propina, se ofreció el famoso y meloso bolero criollo “Quiéreme mucho” (1915) dúo del sainete Servicio militar obligatorio de Roig. Desde el piano, Juan Francisco Parra arropó de modo notable a los cantantes y también tuvo su momento de lucimiento en solitario interpretando con detalle, delicadeza y buen ritmo la transcripción de Anselmo Del Valle de la romanza “Un tiempo fue” de Jugar con fuego de Barbieri (1851, hacia 1890) y la afrocubana “Danza de los ñanigos” (1930) de Lecuona. Visiblemente agradecido, el público aplaudió a rabiar y casi hubo que echarlo del teatro. 


Madrid (Teatro de la Zarzuela), 6 de febrero de 2024   Recital de Zarzuela Obras de: Francisco Asenjo Barbieri, José Serrano, Reveriano Soutullo, Juan Vert, Rodrigo Prats, Ernesto Lecuona, Gonzalo Roig.

Jorge De Leon, tenor; Mónica Conesa, soprano; Juan Francisco Parra, pianista.  OW