Por Federico Figueroa Benamor: ¿soñó Viana que podía emular a Esperanza Iris?
Para disfrutar y comprender la opereta Benamor desde una mejor perspectiva recomiendo leer el libro-programa, disponible de manera gratuita en la web del teatro, tan meticulosamente realizado bajo la coordinación de Víctor Pagán. En la lectura del estupendo artículo firmado por Ignacio Jassa encontrará al lector claves sobre la gestación y los propósitos de Benamor.
Con este artículo y/o con la conferencia, también disponible en el canal youtube del teatro, se enterarán de la aspectos de la vida artística de la soprano mexicana Esperanza Iris, una gran estrella de la zarzuela y de la opereta en el primer tercio del siglo pasado, llamada por la prensa “la tiple de hierro”. Iris y su compañía hacían exitosas giras por la América hispana, recalando también en España. Ella fue la promotora de esta nueva obra para su compañía. Y el estreno en 1923 en el Teatro de la Zarzuela, desde un planteamiento artístico-empresarial en el que Iris era parte sine qua non. La artista-empresaria exponía su prestigio y su capital en cada uno de sus espectáculos. Ella eligió a los libretistas (Antonio Paso y Ricardo Gonzáles del Toro) y al compositor (Pablo Luna) para dar forma y traer al mundo a Benamor. La conjunción fue exitosísima. Entre el 11 de mayo de 1923, día del estreno (mundial se señalaría en la actualidad), y el 11 de noviembre del mismo año, hubo 146 funciones en el Teatro de la Zarzuela y después, en este escenario, el olvido durante casi un siglo. La obra viajó por la península ibérica y, por supuesto, fue estrenada en México y otros países americanos. Gozó del privilegio de registros sonoros, la mayoría de ellos parciales, y en el imaginario colectivo de los aficionados pervive la bella música de la Danza del Fuego y, un poco menos, la romanza del barítono “País de sol”.
Aplaudo que el Teatro de la Zarzuela haya apostado por este título, con una gran producción y un equipo artístico de muy buenos mimbres. Espléndida la escenografía de Daniel Bianco, maravilloso el vestuario de Gabriela Salaverri, sugerente la iluminación de Albert Faura y potente la coreografía de Nuria Castejón. El espectáculo ha obtenido diversas y divergentes opiniones entre el público y la crítica, entre ellas la publicada en Opera World a propósito del día del estreno.
Para las 10 funciones programadas se contó con doble reparto en los tres personajes principales. El día que nos ocupa en estas líneas, la sexta función, la dirección musical de José Miguel Pérez-Sierra fue más flexible y con un sonido más compacto que en la del día del estreno. El personaje que da nombre a la obra fue interpretado por Miren Urbiete-Vega, soprano lírica de canto elegante, voz homogénea y con cuerpo, a la que escuchamos en este teatro recientemente en Las Calatravas, obra también de Pablo Luna. Urbieta-Vega construyó al príncipe Benamor, atrapado en vestimentas de princesa, con comedimiento y evitando los tópicos. De igual manera la mezzosoprano Cristina Faus hizo a su personaje, el sultán Darío que es una mujer atrapada en una personalidad masculina. El barítono César San Martín interpretó magistralmente al caballero español Juan de León, con voz caudalosa bien manejada. En los personajes secundarios, Irene Palazón se encargó de dar una presencia atractiva a Nitetis, la esclava a la venta en clave sexual; Gerardo Bullón encarnó al príncipe de Kabul con penetrante timbre y vozarrón desbocado; Gerardo López a un femenino Príncipe de Florelia cantado con buen gusto y el también tenor Francisco J. Sánchez hizo muy bien al caricaturesco guardia Alifafe. Pantea, la madre de Benamor y Darío, fue encarnada con desenvoltura por Amelia Font y, al igual que Emilio Sánchez lo hizo con Babilón, el traficante de esclavas.
Enrique Viana, en su calidad de director de escena hizo una versión de la opereta en la que él podía interpretar a tres personajes. Uno, el del Gran visir Abedul, está en la obra original y Viana lo interpretó de forma excelsa. Los otros surgieron de sendos monólogos de su autoría difíciles digerir. El primero de nueve minutos en el que interpretaba a un confitero. El segundo, de diez minutos, dio cabida a una pastelera. Ambos, tocaban de forma tangencial el tema principal: la obra Benamor. A algunos les hizo gracia, a otros no pero a muchos, como a mi, nos pareció un exceso fuera de contexto. ¿Soñó Viana que podía emular a Esperanza Iris? Si la respuesta es sí, que continué en la senda y monte compañía, encargue libretos y música para hacer nuevas zarzuelas y, de ser posible, tal como hizo la Iris, construya un teatro. Con suerte, como ocurrió con el edificio que la “Tiple de Hierro” construyó en la Ciudad de México, también consiga la ansiada categoría de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Madrid, 21-IV-2021, Teatro de la Zarzuela. Benamor (Pablo Luna). Miren Urbieta-Vega (Benamor), Cristina Faus (Darío), César San Martín (Juan de León), Irene Palazón (Nitetis), Gerardo Bullón (Rajah-Tabla), Amelia Font (Pantea), Emilio Sánchez (Babilón), Francisco Javier Sánchez, (Alifafe), Gerardo López (Jacinto de Fiorelia-Eunuco-Elohim), Enrique Viana (Abedul-confitero-pastelera). Coro titular del Teatro de la Zarzuela. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Director musical: José Miguel Pérez-Sierra. Dirección de escena: Enrique Viana.