IV.- SUOR ANGÉLICA. BREVE EPÍLOGO

 

 

Con esta obra que trata sobre el deseo, el poder y la intolerancia, también se cierra una puerta, sobre la maternidad, que el propio Puccini dejó abierta 14 años antes en “Madama Butterfly”. Curiosamente, y dado que Puccini era ateo, el resultado es una de las óperas más bellas que jamás se han compuesto de temática religiosa.

En los capítulos precedentes hemos visto que, pese a su escaso minutaje (apenas llega a una hora de duración), “Suor Angélica” es un título más “extenso” de lo que a simple vista podríamos pensar. Esta extensión le viene dada por la complejidad y riqueza de su partitura, por su orquestación y por la dificultad vocal, psicológica y dramática que tiene para la soprano protagonista de la ópera.

Si bien pudiera parecer -por su temática y autor- como más accesible, lo cierto es que es un título “difícil” para el publico no iniciado en el repertorio operístico e incluso, el público ya iniciado, necesita más de una audición para poder disfrutarla plenamente, extraer todos los matices y recorrer todos los vericuetos de esta obra.  Esperamos que con los anteriores capítulos hayamos podido ayudar a comprender mejor esta ópera qué, a partir del próximo día 2 de noviembre, se representará en el Teatro Real junto con”Il Prigioniero” de Luigi Dallapicola, con la dirección musical de Ingo Meztmacher y la dirección escénica de Lluis Pascual. En principio,  y a la espera de ver la puesta en escena, sorprende que el Teatro Real no utilice la bellísima y simbólica de Luca Ronconi, de la que el propio Teatro Real es co-productor junto con la Scala, qué se estrenó en el teatro milanés en el año 2.008 y que, hasta la fecha, no se ha podido ver en Madrid. Sin duda una lástima.

Tras varios errores de diagnóstico a Puccini se le diagnosticó un tumor, ya muy avanzado el mismo, bajo la epiglotis. Fue ingresado en una clínica de Bruselas dónde sería tratado con una técnica “novedosa”. Se le colocaron unas agujas de cristal en el cuello, por dónde se le administraba un tratamiento de Rayos X. También se le práctico una traqueotomía y se le facilitaba el alimento a través de una sonda nasal muy rudimentaria. Las agujas y la sonda se la colocaron en una operación que duro cuatro horas el día 24 de noviembre. El día 28 sufrió un infarto y falleció el 29 de noviembre de 1924. Les cuento todo esto porque, en los días en que duró esa agonía y sufrió múltiples dolores, Puccini era atendido en el hospital por una monja a la que él llamaba Suor Angélica. No en vano, el autor de títulos como “Tosca”, “Madama Butterfly” o “La Boheme” era, de todas sus obras, de la que estaba más satisfecho.

 

Daniel Diz Portela